5 poemas de David Hernández Sevillano

Publicado: 7 octubre 2020 a las 4:00 am

Categorías: Poesía

Por: LAURA DI VERSO

David Hernández Sevillano nació en Segovia (España) en 1977. Ha publicado siete poemarios, entre los que destacan Razones de más, Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández 2009, y El peso que nos une, XXV Premio de Poesía Hiperión.

Dice Ben Clark sobre su último libro, El reloj de Mallory (XVIII Premio Emilio Alarcos): «David Hernández Sevillano es ya un escalador experimentado cuyo campamento base se sitúa a una altura a la que muchos querrían aspirar. Imposible no leer en el reloj sin manecillas de George Mallory una metáfora de la futilidad de la poesía, imposible no leer en el misterio de su cuerpo momificado la fatalidad de la poesía, imposible no imaginar en su empeño último la felicidad de toda la poesía».

 

 

MAPAS ANTIGUOS

En los mapas antiguos
el hombre dibujaba criaturas
extrañas, monstruosas,
allá donde sus pies no habían llegado:
el Atlántico,
las aguas por debajo
del cabo Bojador,
la Antártida, la cima
de las cumbres más altas,
los fondos oceánicos, el cielo…

Para justificarse, por temor
a lo desconocido,
dibujaba confusas criaturas,
sus monstruos en un mapa.

Esta de hoy es una tarde fría
de mitad de diciembre
y una luz
escandalosa y terca
repiquetea el vidrio en mi ventana.
Tú tomas un café y yo, a tu lado,
persigo un adjetivo
de barro que me esquiva hace ya tiempo.

El silencio es un arma
de doble filo: a veces
te salva y otras veces…

Como aquellos cartógrafos antiguos,
también dibujé monstruos en las zonas
de ti y de mí que aún me dan pavor.

ME GUSTAN LOS DÁTILES

a Vero y Marina

Lo que sé de los dátiles no es mucho:
que son dulces, que crecen en racimos,
que la palabra dátil significa dedo
y señala hacia arriba,
que se recogen en otoño
y que sabes a ellos los domingos
cuando no hay prisas tras el desayuno.

CLASES DE INGLÉS

Dos veces por semana
llevo a mis hijos a clases de Inglés.

La academia está lejos.
El saber está lejos, pienso, mientras conduzco
las curvas que transcurren junto al mar.

Ellos miran el mar pero no ven el mar.
Mirar el mar es solo una manera
de no estar aquí ahora,
junto a un padre que toma
otra curva a la izquierda y que tampoco
está aquí.
En silencio, los tres, a la academia.

Luego bajan del coche, apenas se despiden.
Y yo aguardo sentado en un café,
corrigiendo poemas, anotando silencios,
de frente al mar sin ver mar ni naufragios
ni olas ni distancias ni veleros.
Sin ver.
Pensando, sin quererlo, en otro idioma
y en mis hijos.

Una hora después volvemos —sin estarlo— juntos,
de sus clases y el mar
sigue allí a su faena.

Mis hijos y yo y dos idiomas
en los que no decirnos nada.

SIN CTRL+Z

Saber decir adiós.
Saber que no hay verdad
que no ceda al empuje de los años.
Saber que ya no soy, ni por asomo,
aquel a quien juraste amor eterno.
Saber que no hay manera, resorte o mecanismo
para volver atrás
y descontar heridas.
Saber que no hay culpables, que el dolor
es una consecuencia natural
de estar vivo.

Saber que esta que dejas es mi vida
y no poder gritar ni detenerte.

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Autor: David Hernández Sevillano. TítuloEl reloj de MalloryEditorial: Visor.

Fuente de la Poesía:

5 poemas de David Hernández Sevillano

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