Entrevista: Ángela Labordeta publica “Equilibrista”, un homenaje a Kathleen López, pionera en gestión teatral

Publicado: 28 enero 2021 a las 12:00 pm

Categorías: Entrevistas

Por: Carmen Sigüenza 

Kathleen López era una mujer de teatro, por fuera y por dentro. Amaba la vida, seducía al mundo y dirigía sus proyectos con mano izquierda, repartía con guante de terciopelo y firmeza de látigo, siempre equilibrista. Pionera en la gestión teatral, fue una de las primeras gestoras que ocuparon cargos importantes, de decisión, como en Pentación, donde fue subdirectora con Jesús Cimarro, y antes gerenta.

También fue la gerenta del Teatro de la Abadía con José Luis Gómez, ocupó el cargo de directora adjunta del Centro Dramático de Aragón y fue representante de Fernando Fernán Gómez, a quien le unía una gran amistad. Pero Kathleen López (Kitty), nacida en Santander en 1964 y de origen irlandés, se topó con la enfermedad, con un cáncer, al que se enfrentó con determinación y sabiduría (equilibrista) hasta que acabó con su vida en 2018.

Ahora, varios años después, la escritora y periodista Ángela Labordeta (Teruel 1967), amiga y cuñada de Kitty, publica “Equilibrista” (Libros del gato negro), un volumen dedicado a Kathleen López, una aceptación de la muerte a través de la palabras de Kitty, de las que se hace eco la autora y que va entretejiendo con las suyas, durante el tiempo en el que esta mujer, tan querida en el mundo del teatro, fue luchando contra la enfermedad. Un libro lleno de emoción donde la vida y la muerte se dan la mano.

La escritora y periodista Ángela Labordeta. Foto: Ángela Labordeta

P.- ¿Cómo nace Equilibrista?

R.- “Equilibrista”, el libro, nace mirando al mar. Hacía un año que había muerto Kathleen y yo estaba mirando al mar y recuerdo que comencé a llorar, no lloraba exactamente por nada y quizá por todo. Sus palabras vinieron a mi mente, me acordé cuando me dijo, al poco de saber que estaba enferma, que se sentía como una equilibrista en el alambre de la vida que se le escapaba.

En ese momento nació ‘Equilibrista’ como libro, con sus palabras ordenadas en capítulos a veces desordenados, pero en mi mente ‘Equilibrista’ había nacido hacía meses, incluso años antes, incluso antes de que Kathleen enfermara. Supongo que nació cuando comprendí que la vida es una suerte de asaltos sin especial orden ni piedad, salpicados de azar y en ocasiones de una brutal desdicha.

“Nada hay tan doloroso como saber que se pierde la vida. Nada más humano y bello que, al saber que la pierdes, te sabes más sabia y de pronto te encuentras con ella: con tu vida”.

P.- ¿Quién es Kathleen López, además de ser una pionera en la gestión teatral? ¿Quién es Equilibrista?

R.- Kathleen es la mujer de mi hermana Ana, es mi amiga, es la hermana de unos hermanos maravillosos, la tía de unos sobrinos excepcionales y la hija de unos padres a los que ella adoraba. Kathleen era una mujer llena de fuerza y de talento, una mujer que amaba el teatro y amaba la vida, una mujer inteligente, con humor.

A veces dura, intransigente; otras veces cálida y llena de besos. Ahí radicaba parte de su encanto; pero, sobre todo, radicaba en el amor y la fortaleza con la que se enfrentaba a todos los retos ante los que la vida la fue poniendo: desde su profesión en el teatro, donde fue una gran innovadora, una infatigable cuidadora de actores, directores y técnicos y una incansable trabajadora, hasta la enfermedad, en la que se convirtió en una Equilibrista que, como se dice en el libro, tuvo la certeza de saber que “nada hay tan doloroso como saber que se pierde la vida. Nada más humano y bello que, al saber que la pierdes, te sabes más sabia y de pronto te encuentras con ella: con tu vida”.

P.-“La vida cambia deprisa. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida que conocías se apaga…”. Esto dice Joan Didion en ‘El año del pensamiento mágico’, un clásico sobre el duelo. ¿Qué le ha enseñado esta experiencia? ¿Qué le enseñó Kitty?

R.- Tenemos miedo a vivir porque tenemos miedo a morir y esa es la gran ecuación a la que nos enfrentamos a lo largo de nuestras vidas, y es así porque desde muy pronto somos conscientes de que la vida que conocíamos se puede romper en un instante, y eso es algo que siempre me ha interesado mucho y sobre lo que me gusta escribir y que yo asocio al azar más que al destino, esa palabra mágica de la que no se puede huir.

No entiendo ‘Equilibrista’ como un duelo, para mí es un viaje que emprendemos en el instante en el que somos conscientes de que todo va a cambiar y de que no hay marcha atrás. Sabemos de qué forma acabará el viaje, pero no sabemos qué nos va a ofrecer y eso es lo que hacemos: viajar y vivir y ambas cosas las hacemos con la misma pasión y con el mismo dolor con el que ella escribía en sus pequeñas libretas: “por fin ha cesado la lluvia y hoy sé que la vida no hay que alargarla, sino ensancharla. Para que en ella quepa todo”.

Eso es lo que me enseñó Kitty y eso es lo que intento no olvidar y recordar todos los días, para saber dónde se esconden las cosas y las palabras importantes, que en ocasiones son solo el reflejo de un hombre acabado sobre una azotea de escombros y con el que Kitty, Equilibrista ya, mantiene en el libro una hermosa conversación sobre las vidas que somos, sobre las vidas que nos inventamos, sobre las que perdemos, sobre las que olvidamos y, sobre todo, sobre esa con la que nos quedamos.

P.- En el libro nos acerca a esta historia sobre el dolor, sobre la manera de sobrellevar una enfermedad como el cáncer o el acompañamiento y a la vez hay un profundo respeto y amor por la vida. ¿Cómo se planteó su escritura?

R.- Con esta frase que aparece en el libro: “La vida es más vida cuando se desploma”. Creo que es la forma de leer ‘Equilibrista’, porque la vida no solo se desploma por el anuncio de una enfermedad mortal. La vida se nos desploma en diferentes ocasiones y en todas ellas o en casi todas ellas luchamos porque la amamos y somos siervas de su belleza, amantes de sus horas y esclavos de sus devenires. La escritura me la planteé como un canto a la vida, pero a la vida de verdad, y en esa vida está también todo lo que no nos gusta y de lo que queremos huir una y otra vez.

P.- También va intercalando sus experiencias con Kitty cuando viaja a Madrid para acompañarla con sus vivencias personales en la ciudad en la que vive, Zaragoza, y con su trabajo. Cuéntenos.

R.- Como decía, el libro lo contemplé como un viaje y el viaje lo hicimos las dos. En ocasiones estamos juntas, en Madrid, viviendo las cosas con una intensidad para mí nueva y con una definición que nos arrastraba como un soplo “entre los grandes y esperanzadores sueños y las más terribles pesadillas”.

Pero también está Zaragoza, lugar al que había que volver para recuperar la vida de la supuesta normalidad que a mí me ahogaba y que dejaba que se difuminara cada día un poco más. Me pesaban los días, me pesaba el trabajo y algunas cosas empezaron a no ser importantes, a deshacerse en rimas desasociadas y burdas a las que puse nombres y fechas para no volver sobre ellas. En el libro se dice: “Zaragoza se ha convertido en un infierno donde me voy a quemar consciente y libremente. Es preciso quemarse para luego volar con alas de hielo; es preciso quemarse para luego brillar desde la ópera de París”. A lo que Kitty me respondió“Crear es resistir: Resistir es crear”. Eso es lo que hicimos juntas: resistir y crear.

P.-La palabra cura parece que a Kitty también le consolaba, ¿no es así?

R.- No lo sé. No sé si pensaba en la palabra cura como tú y yo la entendemos, creo que no. Ella sabía que no había cura para su enfermedad, pero sí la había para su vida. Y ese es el legado más hermoso que nos dejó; saber que nuestra vida, aunque se esté alejando, es la cura para todas nuestras vanidades y para todos nuestros desencuentros.

P.- El libro va dedicado a Kitty, a Ana, su hermana y su mujer, y a su perra, Ara. ¿Qué significa este libro en su desarrollo como escritora?

R.- Cada libro es una incógnita. Nunca sabes si tú fuiste hacia él o él vino hacia ti. ‘Equilibrista’ es un libro distinto, porque no es una novela, ni es un guion, ni es un relato, pero tampoco es un ensayo, ni tampoco lo considero un libro sobre el adiós ni sobre el duelo. Creo que es un libro sobre la vida, afortunada o desafortunada, y sobre todo lo que de ella aprendemos. A veces en soledad y otras acompañados. Creo que es un libro que habla sobre la fragilidad y sobre la fortaleza y sobre todo habla sobre una mujer que conquistó la vida y la aceptó sin condiciones y sin hacerse trampa alguna.

Fuente de la Reseña:

Ángela Labordeta publica “Equilibrista”, un homenaje a Kathleen López, pionera en gestión teatral

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