¿Será posible regresar a las aulas?
Por Ana Gálvez
Los casos de covid-19 están incrementando en México. Recientemente, la Secretaría de Salud documentó más de 10 000 contagios en un solo día. La Organización Panamericana de la Salud destacó la importancia de ampliar el acceso a la vacunación y de aplicar medidas estrictas de salud pública. Bajo este escenario, nos preguntamos: ¿habrá un regreso presencial para el ciclo escolar 21-22? La incertidumbre generada por la altamente transmisible variante delta nos obliga a revisar la experiencia internacional sobre la reapertura de escuelas.
A lo largo de la pandemia hemos aprendido mucho sobre la transmisión del SARS-CoV-2 en espacios cerrados. Existe un cúmulo de información científica que sugiere que es posible abrir los centros educativos con seguridad. Investigaciones hechas en Alemania, Francia, Irlanda y Estados Unidos muestran que la tasa de ataque secundario en el ambiente escolar es muy baja; aunque el riesgo de contagio no puede eliminarse por completo, si se implementan las medidas sanitarias recomendadas por las autoridades de salud, el riesgo se vuelve manejable.
Hay poca evidencia de que las escuelas contribuyan significativamente al aumento de la transmisión comunitaria del virus. En las ocasiones en que el repunte de casos ha coincidido con la reapertura escolar, se mencionan el incremento en la movilidad de los adultos fuera de casa y la relajación de las medidas preventivas como factores asociados. Un reporte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) mostró que en las escuelas rurales de Wisconsin la incidencia de covid-19 fue mucho menor que en la comunidad. En todas las escuelas se había implementado el uso generalizado de mascarillas y la división de estudiantes en cohortes o grupos pequeños.
En una publicación de la revista Pediatrics, los investigadores evaluaron la incidencia y la transmisión secundaria del SARS-CoV-2 en escuelas de Carolina del Norte. Los once distritos escolares que participaron en el estudio sumaron a más de 90 000 alumnos y trabajadores. Luego de analizar los casos positivos y hacer un minucioso rastreo de contactos, los autores concluyeron que la transmisión secundaria en las escuelas es baja. Cuando ocurrieron brotes, se observó que estuvieron relacionados con una baja adherencia al uso de mascarillas, o a la falta de medidas preventivas a la hora del almuerzo.
En Taiwán, las universidades se mantuvieron abiertas por un largo período. El Ministerio de Educación de Taiwán estableció guías generales para garantizar la seguridad de los estudiantes. Entre otras medidas, las guías proporcionaban información precisa sobre las prácticas de ventilación. En cada salón de clases se mantendrían las puertas frontal y trasera abiertas y se mediría la concentración de dióxido de carbono para asegurar una ventilación adecuada en las aulas.
En Reino Unido, a los estudiantes de secundaria y a los universitarios se les realizaron pruebas rápidas de detección de covid-19 durante las primeras dos semanas del regreso a clases, proceso que después continuaría realizándose en casa dos veces por semana de modo voluntario. Antes de la reapertura en marzo se distribuyeron cincuenta y siete millones de pruebas diagnósticas a escuelas y alumnos de secundaria. Algunos investigadores sugieren que es posible mantener las escuelas abiertas si se cuenta con pruebas y protocolos de rastreo de contactos.
Los reportes de casos positivos han obligado a varios centros escolares a cerrar sus puertas. En Israel, diez días después de la reapertura, surgió el mayor brote de coronavirus en una preparatoria: se infectaron alrededor de 260 personas. Una intensa ola de calor provocó que se relajaran las medidas sanitarias como el uso de mascarillas; además, se hizo uso continuo de aire acondicionado que reciclaba el aire interior.
Las medidas sanitarias funcionan. Cuando se implementan estrategias de mitigación adecuadas, la transmisión del SARS-CoV-2 en las escuelas suele ser menor que en la comunidad. La supervisión de estos protocolos resulta clave para garantizar operaciones escolares seguras.
Con el propósito de orientar a las autoridades, organismos internacionales han desarrollado guías de apoyo. Tal es el caso de los documentos disponibles de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud, entre muchos otros.
En México, el Instituto Mexicano del Seguro Social otorga un Distintivo de Seguridad Sanitaria a todos los centros laborales y educativos que cuentan con una persona que ha aprobado el programa de “Monitor para el retorno saludable” y que, además, han desarrollado un protocolo de seguridad para su unidad de trabajo. Este curso repasa a detalle el modelo de jerarquía de controles elaborado por el Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH). El problema con este curso —o con muchos de los manuales disponibles— es que abordan temas muy diversos cuyo contenido debe ser actualizado de forma continua. Habrá que profundizar sobre las recomendaciones generales que proveen para cubrir las necesidades específicas de cada centro educativo.
A las instituciones se les ha pedido elaborar protocolos de limpieza y sanitización, establecer filtros de entrada, señalizar las instalaciones, capacitar al personal y una lista interminable de acciones a emprender, ante la cual el personal docente o los miembros de los comités participativos pueden sentirse abrumados. Del mismo modo, puede darse demasiado énfasis a medidas que contribuyen poco a frenar la transmisión del virus.
La sobrecarga económica de establecer medidas preventivas es innegable. Los CDC han estimado que los costos de implementar estrategias de mitigación para covid-19 en las escuelas podrían ser del orden de 12 600 millones de dólares. Sin embargo, la limitación de recursos es una realidad que afecta a muchos países, México incluido. Un estudio en Nigeria, que detalla las carencias de su sistema educativo, propone reorientar el dinero utilizado en campañas de fumigación para asegurar agua para la higiene de manos, así como para proveer mascarillas de calidad a alumnos y profesores.
En México, una encuesta de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) reveló que cuatro de cada diez escuelas no tienen agua potable y sólo dos de cada diez cuentan con aulas amplias que permitan guardar la distancia entre alumnos. De este modo, derivan las preguntas: ¿cuenta mi escuela con recursos para garantizar las medidas básicas de higiene? ¿Hay espacio disponible en mi escuela para aplicar el distanciamiento físico? ¿Puede mi escuela adoptar las medidas de prevención que han usado otros países? ¿Es posible equipar a mi escuela con monitores de dióxido de carbono para las aulas? ¿Pueden las preparatorias e instituciones de educación superior implementar un programa de detección de asintomáticos mediante pruebas rápidas para coronavirus? Para facilitar el rastreo de contactos, ¿puede dividirse mi grupo en cohortes/burbujas/grupos pequeños? ¿Han sido útiles las estrategias empleadas por los centros educativos de otros países?
Es importante aclarar que, independientemente de los recursos con los que cuente cada plantel, las estrategias de mitigación que se implementen deben contar con evidencia científica que respalde su utilidad. También se debe considerar el nivel educativo y las edades correspondientes.
Hay reportajes que describen el regreso a clases en las comunidades rurales de Campeche. En la información resalta que el uso simultáneo de cubrebocas y careta es obligatorio en algunos sitios. Sabemos que el uso de caretas no sustituye al cubrebocas. Además, fuera de su utilidad en el ambiente hospitalario, no hay suficiente evidencia que sostenga que las caretas ofrecen protección extra sobre las mascarillas solas. Aunque esta información puede cambiar, el uso adicional de caretas en lugares en donde el calor es extremo debe reevaluarse, pues podría dificultar el proceso de aprendizaje.
Otro reporte del mes de mayo señala que la incidencia de covid-19 fue 37 % menor en las escuelas que hicieron obligatorio el uso de cubrebocas y 48 % menor en las escuelas que pusieron en práctica estrategias de ventilación combinando métodos de dilución y filtración.
Asimismo, la calidad de las mascarillas es importante a la hora de hacer frente a la transmisión por aerosoles. Las mascarillas hechas con materiales que provean una filtración más eficiente y que su modelo permita un mejor ajuste facial brindarán una mayor protección contra el virus. También es relevante mencionar que las mascarillas con válvula de escape no son recomendables en este momento, pues el agujero que presentan podría permitir la salida de gotículas respiratorias de quien la usa.
Un estudio demostró que el flujo normal de aire de los sistemas de ventilación no es suficiente para limpiar las partículas virales del ambiente. Diversos organismos recomiendan abrir puertas y ventanas y agregar el uso de un ventilador para extraer el aire de la habitación hacia el exterior. Recientemente, se evaluó que el uso de filtros portátiles HEPA en ambientes cerrados reduce hasta un 65 % la exposición a aerosoles. En lo posible, las escuelas deben de apoyarse en expertos en la materia para hacer cambios efectivos en sus sistemas de ventilación.
Hay suficiente evidencia que apoya la noción de que el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 al aire libre es bajo. Entonces, no debe de asustar la idea de ver grupos de estudiantes tomando notas a la sombra de un árbol, o bajo un toldo o una carpa. Estas imágenes deben promoverse sin miedo. Los espacios abiertos pueden ser de gran ayuda al desarrollar las estrategias de mitigación para la hora del almuerzo, en especial para los alumnos de bachillerato. Algunos artículos señalan que el coronavirus puede transmitirse con mayor facilidad en este grupo, comparado con alumnos de educación primaria. Esto pudiera explicarse por la mayor interacción social dentro y fuera de las escuelas.
Los centros educativos tienen la tarea de informarse, actualizarse y crear protocolos que faciliten el regreso exitoso a la escuela. Deberá hacerse un énfasis especial en promover el uso correcto del cubrebocas en todo momento y en garantizar una ventilación adecuada en los salones de clases. Mientras más capas de protección se añadan, el riesgo de transmisión disminuye.
Los CDC acaban de publicar una actualización de sus lineamientos para la reapertura escolar en Estados Unidos. El documento nos recuerda que los niños se pueden infectar, enfermar de gravedad y transmitir el virus. Además, concluye que hay estrategias de prevención muy efectivas como el uso de mascarillas, ventilación adecuada, realizar pruebas de cribado y promover la vacunación.
En países en donde los programas de vacunación han avanzado con rapidez, es muy probable que las escuelas abran sus puertas para el próximo ciclo escolar, si bien manteniendo algunas restricciones. En Reino Unido se eliminaron los mandatos sobre el uso de mascarillas en mayo, entre otras cosas por el progreso de su campaña de vacunación en la población adulta. Sin embargo, esto ocasionó que se registraran 140 brotes asociados a la variante delta en el entorno escolar.
Muchos países enfrentan nuevas restricciones y confinamientos. El director general de la Organización Mundial de la Salud ha dicho: “Agravado por variantes más transmisibles, como la delta, que se está convirtiendo rápidamente en la dominante en muchos países, estamos en un período muy peligroso de esta pandemia de covid-19”.
El regreso a las aulas, y con ello el regreso al único sitio seguro para muchos niños y adolescentes, peligra. Acelerar las campañas de vacunación es la estrategia más importante. Por otro lado, hay que resaltar que mientras no se apruebe y esté ampliamente disponible una vacuna para menores de edad en México, las medidas de prevención seguirán siendo indispensables para frenar la transmisión del virus y el surgimiento de nuevas variantes. Los desafíos que trae consigo esta etapa de la pandemia exigen de las autoridades un liderazgo efectivo. Es urgente guiar a los directivos y comités escolares en el proceso de planeación para el regreso a clases. Es momento de trabajar en los protocolos de reentrada para hacerlos más seguros. Del grado de compromiso mostrado por gobierno y sociedad depende el futuro social y académico de generaciones completas.
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