Pensar la educación del futuro

Publicado: 19 noviembre 2021 a las 6:00 pm

Categorías: Artículos

Por Bernardita Yuraszeck

Que Chile tiene enormes desafíos en materia educacional es un tema de larga data. Pero si hay algo que la pandemia dejó en evidencia es que en el sistema educativo chileno existe la voluntad, el espacio y la necesidad de innovar, ser más flexible y adelantarse a los cambios en vez de sortearlos de cara al futuro.

Señales importantes son que, pese a que las comunidades educativas se vieron en su mayoría forzadas a adaptarse a escenarios cambiantes y desconocidos, muchas de ellas también redoblaron su compromiso con los estudiantes ajustándose con premura. También se hizo ineludible la importancia del aprendizaje socioemocional como un eje central que va de la mano con lo académico y que debe partir por el bienestar de los docentes, y la necesidad de fortalecer la colaboración entre pares para seguir adelante. De manera progresiva y con mucho esfuerzo, las escuelas y sus docentes han logrado flexibilizar e incorporar nuevas herramientas, muchas veces miradas con escepticismo, y eso hay que reconocerlo.

Sin duda que estos dos años difíciles que llevamos adaptándonos a la pandemia generaron prioridades urgentes de abordar de frente al 2022, como la recuperación de los aprendizajes, lograr que los estudiantes que dejaron el sistema escolar regresen y seguir priorizando el bienestar de toda la comunidad educativa. Pero no es excluyente el detenerse y observar que el actual contexto de cambios, que nos ha obligado a ser más flexibles en varios sentidos, plantea una oportunidad que como sistema educacional no podemos desaprovechar.

Pensar la educación del futuro

Justo en estos momentos el país está atravesando una serie de cambios. Además de que seguimos en pandemia, sin una fecha muy clara de término, 154 personas trabajan para redactar una nueva Constitución, hace poco se abrieron las audiencias públicas para escuchar a la ciudadanía y se avecina un nuevo gobierno. Esto es un espacio único para pensar y proponer la educación que necesitamos, y así también contribuir con el futuro de la sociedad que, hace mucho tiempo, buscamos consensuar.

En materia docente, Chile ha logrado avanzar, y hoy incluso es nombrado como un referente para muchos países latinoamericanos. La actual política, si bien es perfectible -porque la educación en sí misma es un fenómeno en permanente mutación-, también abre una serie de oportunidades de desarrollo que, bien encauzadas, pueden generar un impacto real en lograr una mayor equidad y oportunidades. En Impulso Docente llevamos 7 años trabajando codo a codo con las comunidades educativas, y esto nos ha permitido confirmar que docentes, educadoras y educadores están realmente ávidos por liderar sus aulas y de participar en espacios concretos para innovar, fortalecer la colaboración y aprendizaje entre pares, siempre con el objetivo de que todos los niños, niñas y adolescentes reciban una educación integral.

En ese sentido, creemos que consagrar el derecho a la educación integral para nuestros niños, niñas y adolescentes también conlleva hacernos cargo en serio del desarrollo profesional continuo y contextualizado de los docentes, potenciando el liderazgo de directivos y su autonomía para la toma de decisiones. Evidentemente, este es solo un aspecto de muchos que necesitamos proponer y conversar. Pero es precisamente este un momento decisivo para hacerlo.

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