«Mujereando», teatro «sanador» para víctimas de violencia de género y sin hogar
«Mujereando», es un grupo teatral que trabaja con mujeres víctimas de violencia de género y sin hogar y busca crear un espacio donde ellas se sientan protegidas y puedan escupir todo ese dolor a través del teatro como herramienta terapéutica.
Tras nueve años de trabajo y más de cien obras realizadas, el proyecto ‘Mujereando. Intervención cultural y social a través del teatro’, ha ayudado a 29 mujeres a conseguir tener una vida normalizada.
«El teatro me ha aportado la posibilidad de sentirme. Yo no me sentía, yo no era nada. Era una simple mortal que deambulaba por la calle y que dormía y, a veces, comía o no comía», comenta Emilia, una de las participantes.
La directora Carmen Tamayo, trabajadora social y titulada en arte dramático estrenó, en el Festival Iberoamericano de Huelva, el documental «Mujereando: El quejío de una Diosa» en el que narra la historia del grupo teatral y plasma la realidad silenciada de las víctimas de maltrato.
Pregunta: ¿Cómo nace Mujereando?
Respuesta: Me contrataron para trabajar con personas sin hogar en un centro de día. El primer día tuve que atender a una mujer y el testimonio fue súper desgarrador y muy traumático pero, de repente, vi que esa mujer que se había derrumbado en mi despacho, se levantó, se puso una coraza para salir fuera y hacerse la dura y siguió luchando en la calle, que al final es la selva. Me impactó mucho ese primer momento.
A los pocos días, me di cuenta de que la realidad más dura que le puede pasar a una persona es verse en la calle, porque eso significa que lo has perdido todo, y que todavía es muchísimo más duro para las mujeres que para los hombres, porque sufren una doble exclusión. Por un lado son mujeres y por otro están en la calle y la vulnerabilidad es mucho mayor que la de ellos, que también es dura.
P: ¿Cuántas personas conforman la compañía?
R: La forman seis mujeres, conmigo siete. Desde que se creó el proyecto han pasado 47 mujeres por Mujereando de las que 29 tienen vidas totalmente normalizadas. Ahora mismo el grupo está un poco más cerrado, porque lo hago en mi tiempo libre y, además de hacer teatro, intervengo con ellas de manera individualizada, y no puedo abordar mucho más de momento.
P: ¿Cuánto tiempo lleva la compañía?
R: El proyecto se inició en octubre de 2013 y la primera actuación fue en febrero de 2014. Nació con la única pretensión de ser un espacio donde ellas se sintieran protegidas, donde no se sintieran juzgadas y pudieran ser libres, ser ellas mismas. Empezaron a demandar actuar, querían que sus voces se escucharan, que la gente las viera porque son un colectivo súper invisible, nadie las mira ni las escucha.
El teatro fue algo mágico. Las coloca como protagonistas delante de un público que escucha lo que ellas tienen que decir. Por eso nosotras creamos nuestras propias obras de teatro y ellas cuentan lo que quieren y pueden contar en función de cada una. Eso es muy poderoso porque, aparte de estar sanando, está reconciliándose con un pasado que les ha hecho mucho daño. Porque cuando tú consigues verbalizar el dolor, este se va alejando un poco de ti. Forma parte de ti, pero ya no te duele tanto. Además, están haciendo una labor de visibilidad del colectivo, de poner en el centro, de que se empiece a hablar de las mujeres sin hogar, de lo que están sufriendo y, además, sensibiliza. Es muy poderoso y eso también las empodera como mujeres.
P: ¿Qué tipo de público acude a ver sus obras?
R: Suele venir gente de todo tipo. Hemos actuado ante públicos muy variados, incluidos centros educativos, y la reacción ha sido súper impactante, tanto de los chicos como de las chicas.
Lo que pasa con Mujereando es que, de partida, existen prejuicios. Piensan que lo que van a ver es muy amateur, poco profesional. Nadie espera escuchar lo que estas mujeres van a soltar, con la fuerza que lo van a decir y con la verdad que lo cuentan. La gente se queda impactada. Habremos hecho ya más de cien funciones desde el 2013 y siempre hay gente llorando y muy emocionada.
P: ¿Cómo se consigue que el teatro sirva como terapia?
R: Estudié Arte Dramático en Madrid y para mí fue un proceso terapéutico. Pensé que si a mí me había valido para conocerme y no renegar de nada, sino todo lo contrario, para ponerle un valor, también le podía servir a otras personas. Además, se podía mezclar con lo social porque era una herramienta totalmente terapéutica y muy innovadora.
Con las mujeres sin hogar lo vi clarísimo. No pensé que las mujeres vinieran al teatro, es imposible, porque es verdad que están tan machacadas que es muy difícil que tengan una motivación por participar en alguna actividad. De hecho, intentan pasar lo más desapercibidas posible. Pero vinieron y se dieron cuenta que todas tenían la misma historia de vida. Se dieron cuenta que entre ellas se tenían que ayudar y que no eran enemigas, sino compañeras.
Al principio hubo hombres que se tomaron el proyecto muy mal, las insultaban por el pasillo y preguntaban: ¿por qué para las mujeres? Algo para la mujer y para nosotros no.. Yo les dije que hacíamos otro grupo para hombres, pero llegado el momento, ellos no vinieron. Continuaban insultándonos hasta que las vieron actuar. Entonces todo cambió y, cuando actuamos, muchos hombres sin hogar quieren venir a vernos. En las redes todo el tiempo están diciendo cosas bonitas y eso fue también un cambio y una transformación que se produjo a nivel comunitario.
P: ¿Cómo le ha cambiado la vida después de crear todo este proyecto?
R: Me ha cambiado a nivel personal. Estar en contacto con estas mujeres, con realidades tan duras, te hace darte cuenta de lo afortunada que eres y te hace ser mejor persona. Ser más humana, ser más empática y más fuerte. Me están dando un ejemplo de vida brutal. Se ha convertido en una lucha personal,en en mi activismo, en la realidad que yo quiero mostrar al mundo.
Fuente: https://efeminista.com/mujereando-teatro-sanador-para-victimas-de-violencia-de-genero-y-sin-hogar/
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