Publicado: 2 febrero 2022 a las 10:00 pm
Categorías: Artículos
Por Marilín Gonzalo
Ya estamos casi todos en internet, pero no la usamos de la misma forma. Las redes sociales se utilizan con más frecuencia en barrios de bajos recursos mientras que los residentes en zonas de mayor poder adquisitivo tienden a consumir más información de medios digitales tradicionales. Esta brecha de uso es una de las conclusiones de un estudio realizado por la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), el Instituto IMDEA Networks, y Orange Innovation, que por primera vez puede establecer relaciones entre variables socioeconómicas y tipo de uso de la web.
En los últimos años los países desarrollados han visto cómo la brecha digital se ha ido reduciendo en su población, dado que casi todas las personas ya usan teléfonos con acceso a internet. Sin embargo, cuando una brecha se cierra, otra empieza a abrirse. Los investigadores la llaman brecha de uso, y representa cómo distintas clases sociales utilizan internet de modo diferente debido a sus recursos económicos y nivel de educación.
La desigualdad tecnológica, entendida como la falta de inclusión digital y acceso limitado o inexistente a herramientas y conocimientos tecnológicos, ya aparece en un informe del Foro Económico Mundial como uno de los riesgos a los que se enfrenta la humanidad.
La diferencia en el uso de distintos grupos puede tener efectos en fenómenos como los de las fake news. Esteban Moro, matemático y uno de los autores, ha señalado que plataformas como YouTube o Facebook, que han sido más usadas para esparcir desinformación, tienen un mayor uso relativo en áreas donde la población tiene menores niveles de educación y rentas más bajas, por lo que es más probable que la desinformación haya afectado más a estas áreas.
Hasta ahora nunca se había hecho un estudio a esta escala sobre el consumo de internet. “Lo que hay es mucho estudio pequeño, encuestas donde se hacen preguntas sobre diferentes facetas del uso de internet, como el uso de redes sociales o cómo se usa el ordenador para buscar noticias”, señala Moro, “y eso no permite llegar a esta escala y ver qué relaciones existen entre el uso de las diferentes aplicaciones”.
El análisis, publicado en el Journal of The Royal Society Interface, ha utilizado los registros de telecomunicaciones en todo el territorio de Francia recogidos durante 45 días entre mayo y junio de 2017 por Orange France, anonimizados y agregados a nivel de estación base de telefonía móvil.
Esta base de datos masiva contiene 3.700 millones de registros de tráfico móvil, geolocalizados y con sello de tiempo que han sido generados por diferentes aplicaciones como Youtube, Facebook o Netflix, anonimizados para el estudio. Los investigadores consideran que la globalización posibilita que estos resultados puedan ser perfectamente extrapolables a otros países con culturas o riqueza similar, como España en Europa u otros en Norteamérica.
Desde que hemos trasladado una gran parte de nuestras comunicaciones y actividad al entorno online, las plataformas de comunicaciones móviles son una nueva fuente de datos de nuestros comportamientos. Esta investigación cruza datos censales con puntos de geolocalización, y con registros de telecomunicaciones para determinar qué diferencias en el uso de internet hay en un país donde la gran mayoría de la población tiene acceso.
Una de las sorpresas para los investigadores ha sido ver la magnitud de la brecha de uso entre barrios diferentes. Moro explica en conversación con Newtral.es desde Boston que ya se sabía que había diferencias, pero este estudio ha mostrado que esa brecha era grande, y ese es su valor. “Nosotros hemos visto que la gente ve internet diferente, ve cosas diferentes según su nivel educativo y socioeconómico”, dice.
Los investigadores se han enfocado en un marco temporal en el que las personas tenían más probabilidades de estar en sus viviendas, lo que favorece la correspondencia entre el uso de teléfonos móviles con los datos demográficos. En esos intervalos, la brecha de consumo de servicios móviles es tan pronunciada que es posible construir modelos bastante precisos para estimar ingresos medios, nivel educativo y desigualdad económica con una alta resolución espacial.
El estudio ha cruzado los datos entre el volumen de tráfico móvil registrado en cada estación base de comunicaciones móviles (antenas) con los indicadores socioeconómicos registrados en el censo francés de 2014-2015, que incluye información sobre la renta media y la estructura de la población en cada subdivisión estadística municipal en Francia.
Como media hora de streaming de vídeo no tiene el mismo volumen de datos que media hora de uso del email, por ejemplo, el tráfico de diferentes aplicaciones fue agregado en categorías comunes o genéricas como email, videojuegos, consumo de noticias (en su mayoría periódicos digitales) o streaming de audio.
Iñaki Úcar, científico de datos y otro de los investigadores, explica que para comparar unas categorías con otras han tenido que normalizar medidas por área censal, para determinar cuánto se utiliza una aplicación con respecto a otras y con respecto a todo el país.
Esto es algo diferencial del estudio y que ha permitido encontrar resultados novedosos. “Aunque todo el mundo utiliza YouTube o Netflix, hay pequeñas diferencias entre distintas aplicaciones, por ejemplo el email, donde no hay mucho tráfico y es ahí donde vemos las diferencias demográficas”, señala Moro.
Uno de los gráficos que explica esto muestra todas las categorías y aplicaciones, y su relación con esas variables: educación superior (verde), desigualdad local (azul) y renta media (rojo). El número cero en el centro marca una zona en la que el efecto de esas variables es nulo. Cuanto más nos alejamos de esa línea central el efecto es más grande, hacia un lado u otro. Todo lo que está a la derecha es efecto positivo y lo que se encuentra a la izquierda es efecto negativo.
Así podemos ver que en la zona de efectos muy negativos está Facebook en general, los vídeos de Facebook, YouTube, los vídeos en general, Snapchat y Google Play, donde hay una correlación muy importante con la educación superior, representada con los puntos verdes.
Para ver los positivos hay que mirar hacia el otro lado: medios de noticias digitales (en general periódicos), transmisiones de audios (como podcasts), WhatsApp, Google y correo electrónico.
Podemos ver también las aplicaciones o usos que no tienen efecto ninguno, que son más inocuos: Apple Store, iCloud, la VOIP (llamadas de voz a través de la red).
Y algo curioso que muestra el estudio: dos juegos, uno en el área negativa, Candy Crush, y otro en la parte positiva, Clash of Clans. El primero pertenece al tipo de juegos casuales (casual games): tiene reglas simples y no requiere excesivo compromiso. Clash of Clans, a diferencia de este es un juego de estrategia en el que sus jugadores son más intensivos.
Los investigadores advierten que las aplicaciones en este estudio no deben interpretarse de forma individual, sino que han sido analizadas a partir de sus relaciones entre sí, y en este sentido un gráfico con teselas de colores (arriba) muestra claramente los tipos de comportamiento que revela el análisis.
Además de la relación lógica dominada por los dos principales sistemas operativos móviles, que reúnen a Apple Store e iCloud de un lado y a Google Play del otro, los investigadores encuentran dos grupos de comportamientos online, que se visualizan con dos colores: azules y rojizos.
En uno de ellos, el rojizo, predominan las aplicaciones y categorías relacionadas con la información (Google, noticias, correo electrónico) mientras que el otro se constituye de videojuegos, o transmisiones de vídeo online (azules en el gráfico).
El tráfico de redes sociales es diferente también en ambos grupos: mientras Instagram y Twitter parecen estar más correlacionados con el grupo de las noticias y el email (rojizo), un gran uso de Facebook o Snapchat sucede a la par que las transmisiones en vídeo en general y Google Play.
Que esas brechas de uso son tan grandes entre distintos barrios, además de ser una novedad para los investigadores, lleva a otra pregunta: ¿por qué no vemos todos lo mismo en internet, por qué estas diferencias existen entre barrios de nivel educativo y socioeconómico dispar? La cuestión excede al estudio de IMDEA y la UC3M, que se ha dedicado a medir esa brecha.
En los últimos meses en España la bnrecha digital de los mayores ha sido un tema candente, y se han hecho oír sus reclamos por la falta de atención de los bancos ante estas dificultades. Un estudio, este del Observatorio UDP, señala que el 40% de las personas mayores no accede a internet, y arroja otro que llama la atención: el principal motivo es falta de interés y conocimiento.
También esta era la causa que más había subido en los últimos tiempos, paradójicamente los años en los que ha crecido la penetración de internet. Moro se refiere a este problema, el de la relación de las personas mayores con la digitalización: “nosotros estamos detectando lo mismo, que la gente al final utiliza internet donde se siente cómoda”.
En su equipo llevan muchos años trabajando sobre desigualdad y sobre cómo entenderla a través de estas grandes bases de datos. Con la llegada de la pandemia han podido ver cómo las prioridades se orientaban hacia estudios más relacionados con la COVID-19 y otros temas como transporte por ejemplo, pero ya están trabajando en un estudio similar con los datos que Orange ha obtenido durante el confinamiento duro en Francia.
Tanto Moro como Úcar han estado en conversaciones con operadoras de telefonía españolas para hacer estudios similares, aunque por el momento esto está en pausa. En 2019 el Instituto Nacional de Estadística publicó un estudio piloto que recogía datos de movimiento entre provincias basándose en datos de telefonía móvil anonimizados. Úcar recuerda que el estudio levantó un gran revuelo, y que lo hicieron pagando a las empresas de telefonía. “Creo que deberíamos tener derecho a que se cedieran nuestros datos para estudios como estos que son un bien de interés público”, opina.
Fuente:
https://www.newtral.es/brecha-de-uso-renta-media-nivel-educativo/20220202/
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