Las visiones del progreso
Por Luis Guillermo Ibarra
Guerras del interior (Random House, 2021), de Joseph Zárate es una exploración de algunos desastres ecológicos que transformaron la vida de comunidades en el Perú, son las historias de la sobreexplotación de recursos llevadas a cabo por grandes compañías, que fueron permitidas por la corrupción de las autoridades en turno, son emotivas luchas de resistencia, pero también historias de abuso de poder. A lo largo de estas páginas la madera, el oro y el petróleo —materiales a los que dedica cada una de las partes del libro— se muestran como prodigios de la naturaleza, pero también como esos imanes de la ambición que pueden transformar un paraíso en un infierno. Por eso para Zárate no se trata sólo de simples materiales, sino de “metáforas que hablan de conflictos humanos causados por la colisión de distintas visiones del desarrollo”.
Nos acostumbramos a esa historia maniquea elaborada por Eduardo Galeano en la que, por supuesto, hay incuestionables verdades, crímenes y explotación que nos indignan, y hacen que un libro como Las venas abiertas de América Latina (1971), siga siendo una lectura obligatoria. Sin embargo, nuevas visiones, como las que ahora nos presenta Zárate, ayudan a entender la complejidad de lo que continúa pasando en los países sudamericanos.
El periodista lo explica de manera contundente: “En el Perú, siete de cada diez conflictos sociales son causados por la explotación de recursos naturales. Las industrias de la madera, el oro y el petróleo fueron centrales para la modernización de nuestros países —hayan tenido gobiernos de izquierda o de derecha, autoritarios o democráticos—, pero que a la vez han motivado atropellos contra los pueblos indígenas y comunidades rurales, crímenes que hemos desconocido o naturalizado por la frecuencia con la que suceden”.
El trabajo de Zárate nos hace pensar en las virtudes de un buen sociólogo o un antropólogo. El cronista sigue con precisión la escena de los desastres y el sendero de la vida cotidiana que va cambiando en la comunidad. Traza el camino de los personajes, sus combates perdidos, el mundo de la violencia y de la impunidad que aún perdura en el Perú después de Sendero Luminoso. En esta búsqueda incesante de la explicación del acontecimiento, Zárate reconstruye ese mundo de “la realidad amazónica” borrado de los mapas oficiales, porque a decir del autor, “un mapa es un instrumento de poder”.
Por medio de la vida de Edwin Chota, dirigente asháninka que fue asesinado en 2014, la historia de la red de corrupción de la tala ilegal de árboles se va entrelazando. Los datos que nos ofrece son contundentes e indignantes. El año de la muerte de Chota, que fue asesinado junto con otros tres dirigentes asháninkas, Zárate documenta que “las denuncias por tala ilegal —nueve de cada diez que llegan a la fiscalía— terminan archivadas es sólo el resultado de un sistema corrupto”. La magnitud de estos datos es tan escandalosa que se lee que el Perú pierde cada año unos doscientos cincuenta millones de dólares por los impuestos que evaden las madereras ilegales. El autor nos explica que pocos se enteran de que “en la selva del Alto Tamaya, como en otras zonas de la jungla peruana, hay nativos cortando madera en condiciones de esclavitud; que hay cocineras en los campos madereros que son violadas por los taladores”.
Igual de reveladores resultan los acontecimientos que cuenta en el segundo capítulo. Por medio de la vida Máxima Acuña Atalaya, el autor ofrece una mirada sobre las ambiciones que aún siguen despertando el oro: “para campesinos, activistas de derechos humanos y ecologistas, Máxima es un ejemplo de coraje y resistencia. Para quienes el progreso de un país depende de explotar sus recursos naturales, es una campesina terca y egoísta”. La historia de Máxima es la legítima defensa de un territorio.
Las grandes empresas, al explotar los recursos naturales de una región, destruyen la esperanza de los más desfavorecidos, convirtiendo el progreso en una bonanza envenenada. La advertencia de científicos y ambientalistas que recupera Zárate es clara: “si para la segunda mitad del siglo XXI los países no cambian sus fuentes de energía por otras menos destructivas para el planeta, es muy probable que la naturaleza y el sistema económico actual colapsen”. Los habitantes de Nazaret, una pequeña comunidad ubicada en el Amazonas, viven estos horrores en medio del coraje y la resignación después de que una enorme tubería que se quebró derramara unos quinientos mil litros de combustible. Por desgracia este desastre desencadena muchas consecuencias, una de ellas es la disponibilidad de trabajo en la región, la segunda más empobrecida de Perú. En esta zona sobran manos y un mes limpiando el petróleo del río paga “siete veces más que un mes cultivando la tierra”.
En este tercer capítulo, el escritor observa la vida de esta región, envuelta en las consecuencias de la peor catástrofe natural de esa zona. Zárate señala: “ante la precariedad de muchas familias y la indiferencia del Estado, en la selva de Nazaret se veían alteradas incluso las formas de amar y de sobrevivir”.
La investigación de Zárate muestra los horrores y los abusos que viven diversas regiones del país andino a costa de la extracción de los recursos naturales. El autor le da voz a personajes que sólo han conocido promesas rotas y siembra un poco de esperanza al reunir el testimonio de sus historias, historias que merecen ser recordadas como forma de resistencia.
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