Desenmascarando la narrativa de los medios de comunicación.
Por Iñaki Fernández
Foto: Pixabay
Los medios de comunicación continúan desempeñando un papel fundamental a la hora de generar una percepción dentro del imaginario colectivo. En sus canales, portales o páginas impresas se reproducen imágenes, videos y opiniones cuya finalidad es la de imponer agendas políticas, acordes con sus intereses. La actual invasión perpetrada por parte del gobierno ruso frente a su vecino ucraniano, es el más reciente botón de muestra de la forma en que los grandes consorcios de los medios de comunicación, y ahora las empresas dueñas de las principales redes sociales como Mega y Twitter, imponen censuras en nombre de la libertad de expresión y la democracia. Contrario a lo que pregonan, las medidas que ejercen solo buscan su beneficio económico y representan los intereses geopolíticos de sus naciones.
En lo que respecta a México, resultaría imposible concebir a nuestra sociedad sin la marcada influencia de medios como Televisa, TV Azteca, MVS, Reforma y El Universal, entre muchos otros. A pesar de la cada vez mayor dominancia de las redes sociales, estos grupos siguen siendo la fuente primaria de información para un amplio grupo de nuestra sociedad. Así mismo, es importante resaltar que un amplio número de comunicadores, se encuentran tanto al servicio de los medios de comunicación tradicionales y al mismo tiempo, buscan venderse en las distintas redes sociales como actores independientes e imparciales cuyas posturas resultan incómodas para el régimen en turno.
Producto de la actual disputa que estamos viviendo entre dos bloques antagónicos, que se pelean el futuro mismo de la nación, la actual narrativa adoptada por los medios y sus comunicadores busca sembrar la idea que nuestro país es un estado fallido. Derivado del fracaso que resultó el reportaje de la llamada Casa Gris, ahora recurren a las siguientes tres vertientes, que resulta por demás necesario enlistar para poder desenmascarar y combatir.
En primer lugar, enarbolan una lucha apócrifa por la libertad de expresión frente a lo que ellos llaman una andanada de censura desde el gobierno. Resulta irrisorio que las mismas voces que callaron casos documentados de censura perpetrados en sexenios anteriores, ahora acusan al actual gobierno sin pruebas y sin un solo caso documentable. Como nunca, existe una proliferación de voces críticas en contra de la presente administración, mismos que tienen la posibilidad de expresar su forma de pensar, sin la persecución o la censura del gobierno. A más de una de las vacas sagradas del viejo periodismo orgánico, cuyas opiniones eran irrefutables, les ha molestado la contestación desde la tribuna de la mañanera.
Segundo, utilizando los lamentables crímenes de los que han sido víctimas diversos periodistas de nuestro país, se promueve una narrativa que busca trasladar la responsabilidad de los hechos hacia el gobierno federal. Esto último no solo resulta una falta de respeto a las víctimas del periodismo nacional, sino que entorpece el esclarecimiento de los hechos y presentación de los responsables ante la justicia. Muchos de los periodistas asesinados en México buscaban combatir intereses locales por parte de políticos, grupos de interés y miembros del crimen organizado mismos que permanecen impunes. No debemos tolerar que se utilice a sus muertos como bandera para golpear al presente gobierno.
De igual forma, la narrativa emprendida por los medios nacionales e internacionales ha sido reforzada por la injerencia del gobierno de los Estados Unidos, como lo podemos observar con las declaraciones formuladas por el Secretario de Estado, Anthony Blinken, así como con el reciente pronunciamiento por parte del Parlamento Europeo. Resulta alarmante que se utilice un asunto tan lastimoso para nuestra sociedad, bajo pretexto de la libertad de prensa y de expresión para la preservación de sus intereses económicos en nuestro país.
Tercero, diversas voces en los medios de comunicación y la oposición buscaron politizar los avergonzantes hechos ocurridos el pasado sábado en el Estadio Corregidora de la ciudad de Querétaro. Al buscar relacionar lo ahí sucedido con la célebre frase de abrazos, no balazos, se trivializa un asunto que pudo llegar a tomar proporciones de una verdadera tragedia. La descomposición del tejido social es algo que el actual gobierno ha buscado revertir desde sus primeros días, endilgarle lo sucedido aquella tarde, representa un acto de desinterés por parte de la narrativa conservadora para atender las causas de raíz que generan dichos sucesos y sobre todo, presentar propuestas para su erradicación. Como mencionó Lula da Silva en su más reciente visita al país, los ataques por parte de los sectores reaccionarios se recrudecerán conforme se acerquen las elecciones del 2024. El actual gobierno, con sus avances y sus pendientes, ha trastocado los intereses de varios sectores que buscarán frenar cualquier posible continuidad y viabilidad del proyecto de la Cuarta Transformación. Por ello, como sociedad debemos ser críticos frente a la narrativa que busca imponer la sensación de un estado fallido. Debemos combatir la narrativa y las acciones que buscan descarrilar al actual gobierno, electo de manera democrática para retroceder a los gobiernos coludidos y corruptos de antes.
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Desenmascarando la narrativa de los medios de comunicación. Autor: Iñaki Fernández
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