Currículo improvisado y empobrecimiento educativo. Primera parte

Publicado: 17 marzo 2022 a las 4:00 pm

Categorías: Artículos

Por Eduardo Backhoff Escudero

Recientemente, la Dirección General de Desarrollo Curricular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) hizo del dominio público el texto “Marco curricular y Plan de Estudios 2022 de la Educación Básica Mexicana”. Por la importancia de este cambio curricular, Carlos Mancera Corcuera y un servidor nos propusimos escribir dos textos relacionados que abordan nuestras reflexiones sobre la nueva propuesta curricular. El primero de ellos pondrá en contexto: el propósito e importancia que tienen los planes de estudio de un país; el interés de los gobiernos en modificar el currículo, y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sustentable de la ONU. Esta primera parte termina con una reflexión sobre la atemporalidad de la propuesta y su escasa pertinencia a la luz del impacto negativo que la pandemia ha tenido en el sistema educativo nacional (SEN). En el segundo texto, Carlos Mancera aborda de manera directa aspectos fundamentales de la propuesta curricular, con el objetivo de reflexionar críticamente sobre los ejes centrales en los que se fundamenta.

Propósito e importancia de los planes y programas de estudio

No existe una definición consensuada de lo que se entiende por currículo (o currículum) aunque, en términos generales, alude a la totalidad de las experiencias planificadas que tienen los alumnos en un proceso educativo. Específicamente, estas experiencias se fundamentan en la filosofía que las sustentan y en los propósitos educativos que se persiguen, en los contenidos de los diversos campos del conocimiento, en las secuencias programadas de instrucción y en los criterios para evaluar el aprendizaje de los estudiantes a fin de retroalimentar su ejecución y certificar el logro académico.

Es importante afirmar que un currículo no es aséptico ideológicamente, ya que se trata de un proyecto gubernamental en el que de manera explícita (e implícita) se sintetizan concepciones de distinta naturaleza: epistemológicas, filosóficas, sociológicas, antropológicas, pedagógicas y psicológicas. En conjunto, estas concepciones orientan la intencionalidad de la educación de un país cuyo proyecto cultural siempre está en movimiento y rebasado por la realidad de sus circunstancias, ya sean de naturaleza social, económica, laboral e, incluso, internacional.

De acuerdo con el país de que se trate, los planes y programas de estudios (PPE) pueden permitir un alto grado de autonomía de las escuelas, de los docentes e, inclusive, de los alumnos. En el otro extremo, algunas naciones tienen currículos altamente estandarizados —especialmente— en el tramo de la educación básica, como es el caso de México. En el Artículo Tercero constitucional del país se establece que:

El Ejecutivo Federal determinará los principios rectores y objetivos de la educación inicial, así como los PPE de la educación básica y normal en toda la República, que deberán orientarse a lograr la excelencia (o calidad) que promueva el máximo logro de aprendizaje de los educandos.

De acuerdo con el INEE:

La definición de un currículo nacional se debe de entender como la intervención gubernamental cuyo fin es determinar el sentido de la educación, garantizar su pertinencia y relevancia, proponer estrategias eficaces de enseñanza y promover un uso eficiente de los recursos a fin de generar un impacto en el logro de los aprendizajes y hacer así efectivo el cumplimiento del derecho a una educación de calidad.

Asimismo, desde la perspectiva del derecho a una educación de calidad —como lo señala la Unesco— el diseño curricular de un país debe cumplir con diversos criterios, de los que destaco dos: aceptabilidad (que todos los elementos curriculares contribuyan a que los alumnos sean los protagonistas del proceso educativo) y adaptabilidad (que los contenidos y formas de enseñanza estén en función de las características y diversidad de los alumnos). Por su parte, el INEE (en 2016) consideró otros cuatro criterios fundamentales en el diseño curricular: relevancia (aprendizajes congruentes con las aspiraciones y necesidades sociales), pertinencia (métodos y contenidos que responden a las características y necesidades de los alumnos), equidad(reconocimiento de diferencias y desigualdades de los educandos) y suficiencia (que los elementos que lo conforman sean los requeridos para lograr las intenciones educativas). Finalmente, el mismo INEE recomendó que los PPE deben ser congruentes con los modelos curriculares aceptados por la comunidad internacional, las teorías sobre el aprendizaje, las metodologías de enseñanza, la estructura de los distintos campos del conocimiento y los aspectos sociales fundamentales que se intentan atender.

Interés de los gobiernos mexicanos por cambiar el currículo

Muchas han sido las reformas curriculares que ha experimentado el SEN desde su nacimiento. Sólo en los últimos tres sexenios, cada presidente ha impulsado una reforma particular durante su mandato que borra o desdibuja la anterior. Felipe Calderón Hinojosa modificó el currículo en 2011, Enrique Peña Nieto en 2017 y Andrés Manuel López Obrador lo está haciendo en 2022. Es de llamar la atención que —en los tres casos— las modificaciones a los PPE se realicen en la segunda mitad del sexenio y se implementen en su último o penúltimo año. Esto da como resultado que dichas reformas únicamente queden plasmadas en papel y que no las alcancen a asimilar ni el personal docente ni el directivo y, mucho menos, los estudiantes. De esta manera, las profesoras y los profesores siguen enseñando como aprendieron a hacerlo inicialmente y los estudiantes siguen aprendiendo, o dejando de aprender, como lo han hecho a lo largo de su vida escolar.

Uno se pregunta ¿por qué hay tanto interés de los gobiernos en realizar reformas curriculares? Posiblemente, por una de las siguientes cuatro razones (o combinación de ellas): los gobernantes quieren dejar una huella indeleble de su gestión en el sector educativo, para que se diga que hicieron algo distinto y mejor a la administración anterior; los cambios curriculares representan las reformas educativas más fáciles de realizar, las más económicas de implementar y las más visibles ante los ojos de la ciudadanía; definir el currículo es una manera muy sutil de ejercer el poder e imponer una ideología en las generaciones futuras, y un genuino interés por mejorar la educación. En el caso de México hay que agregar que, junto a los PPE, también se cambian los libros de texto que se convierten, en la práctica, en el currículo implementado, razón por la cual inciden fuertemente en el pensamiento de los estudiantes; especialmente los libros de historia y los de ciencias sociales que resaltan, minimizan o excluyen algunos hechos históricos y políticos del país.

Por desgracia, los cambios frecuentes de los PPE, la premura en su definición y los tiempos tan reducidos para su implementación hacen que, en general, no logren el objetivo que los justifica: mejorar el aprendizaje de los escolares. La información empírica disponible en México sobre el logro educativo de los estudiantes, a lo largo del siglo XXI, ha mostrado que ningún cambio curricular ha tenido un efecto positivo significativo en el aprendizaje de los estudiantes (véase, por ejemplo, los resultados de PISA 2000-2015).

Agenda 2030 para el desarrollo sustentable

Existe una cantidad importante de acuerdos internacionales que el Estado mexicano se ha comprometido a cumplir a lo largo de los años y que los gobiernos en turno no pueden modificar sin alterar su relación con dichos organismos y con el resto de los países que los hayan firmado. Entre ellos, destaco el que me parece más importante, y que sirve de referente para analizar la propuesta de los PPE: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sustentable (de la ONU). Su objetivo 4, Educación de calidad, señala que todos los países se comprometen a ofrecer una educación de calidad que mejore los resultados de aprendizaje de los estudiantes, para lo que es necesario fortalecer los insumos, los procesos y la evaluación de resultados, así como los mecanismos para medir el progreso educativo. Igualmente, los países se comprometen a que los docentes reciban una buena formación, estén cualificados profesionalmente y que dispongan de los recursos suficientes para realizar de manera eficaz su trabajo. Asimismo, se considera que una educación de calidad fomenta la creatividad y garantiza la adquisición de conocimientos y de competencias básicas de lecto escritura y pensamiento matemático, así como de otras habilidades cognitivas, interpersonales y sociales de alto nivel. Además, propicia el desarrollo de valores y actitudes que permiten a los individuos llevar una vida saludable y responder a los desafíos locales y mundiales para el desarrollo sustentable.

Al respecto, Sakamoto, citado en Frade,1 señala que: “Ningún país puede tomar decisiones independientemente del resto sin hacerse un daño considerable a sí mismo” ya que, en cierto modo, los distintos currículos se deben de ajustar a ciertas directrices y recomendaciones mundiales que han sido acordadas en el seno de las organizaciones internacionales en las que un país, como México, participa. Por lo anterior, y para conservar la vigencia de los convenios firmados internacionalmente, Frade afirma que los cambios curriculares adolecen de una imprecisión semántica deliberada, a la que denomina “falacia de ambigüedad”. Consecuentemente, el currículo resultante se puede interpretar de varias maneras, sin caer en contradicción.

Más allá de la obligación moral que tienen los países de cumplir con los acuerdos internacionales que firmen en materia educativa, es importante considerar que estos deben ser vistos como referentes que recogen las mejores prácticas, así como el avance en la discusión y el conocimiento sobre diversas temáticas educativas. Aunque la perspectiva internacional es importante de tomar en cuenta, el principal referente para analizar el nuevo PPE debe ser la Constitución y las leyes educativas que de ella emanen, así como toda aquella normatividad que aluda directa e indirectamente a los derechos fundamentales de los niños, niñas y jóvenes del país.

Reflexiones finales

Para poner en contexto la nueva reforma curricular 2022, se analizó, en términos generales, el concepto y características del currículo, la importancia de los PPE para los gobiernos en turno y los compromisos adquiridos con la ONU para alcanzar el objetivo 4 de la Agenda 2030 para el desarrollo sustentable; lo que obliga a la propuesta curricular a ser bastante ambigua para no contradecirlos.

Siendo el currículo el eje articulador del proceso educativo de las escuelas, su definición resulta de primera importancia para los gobiernos en turno. Por ello, existe la tentación de cambiarlo constantemente; lo que se hace por lo general de manera apresurada y tardía, dando como resultado que no se logre implementar cabalmente durante la administración en que se elaboró y que la siguiente lo modifique inmediatamente. Se olvida que los cambios en materia educativa tardan mucho tiempo en implementarse, en asimilarse y en cristalizarse, por lo que cambiar el currículo cada sexenio es una pésima práctica que no solo no mejora el fin último de la educación, el aprendizaje de los estudiantes, sino que lo entorpece.

Para su desgracia, se desea realizar el cambio curricular 2022 sin considerar que los dos años que permanecieron las escuelas cerradas afectaron severamente el aprendizaje de los estudiantes. En estas condiciones, cualquiera que sea el modelo curricular que se adopte se enfrentará a la dura realidad de que los estudiantes no estarán preparados para cursar el grado escolar al que ingresen, por lo que el modelo será imposible de implementar. En lugar de hacer un cambio curricular, se debió de haber pensado en una adaptación de los PPE vigentes (2017) que, de forma transitoria, se enfocara a recuperar los aprendizajes esenciales que los estudiantes de cualquier grado debieran de dominar.

Dado que se optó por cambiar el currículo, en un segundo texto Carlos Mancera analiza y reflexiona sobre las características esenciales del Marco curricular y Plan de estudios 2022 de la Educación Básica Mexicana, señalando sus puntos más críticos.

  • Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C.

Ilustración: Izak Peón


1 Frade Rubio, L. “La falacia de la ambigüedad en el diseño curricular de la NEM. Análisis comparativo de los modelos educativos 2011, 2017 y 2022, críticas y propuestas”, Revista electrónica, vol. 13/66, 2022.

Fuente:

Currículo improvisado y empobrecimiento educativo. Primera parte

 

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