Poemas de Angel L. Matos González

Publicado: 27 abril 2022 a las 8:00 am

Categorías: Arte y Cultura / Poesía

Por Laura Di Verso

Poemas de Angel L. Matos González

Angel L. Matos González trabaja varios espacios de la poesía incluyendo la fotopesía en donde combina su arte con el lente y con la palabra. Su trabajo poético es estudiado en diferentes universidades de Puerto Rico y el exterior. En 2011 fue reconocido por la Universidad de Puerto Rico en Cayey como Ex Alumno Distinguido. Es asesor en literatura y fotografía para el Centro Cultural Casa Aboy en Santurce, Puerto Rico.
A continuación reproducimos varios de sus poemas.

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¿Quién eras tú ensombrecida en la calle

bañada de rayos de luna sobre tu piel efímera

y tus Converse musicalizando la acera

en un desfile de miradas apalabradas?

 

¿Quién eras tú a solas en la oscura mesa

con tu cabello riso al vuelo de la canción

en el reflejo anochecido de tus ojos en la copa

y tus dedos desdibujando tus labios en vino tinto?

 

¿Quién eras tú transfigurada en el monte

celaje de piel desnuda erguida al cielo

humedeciendo la humedad del río

en una alquimia trasmutada en la memoria?

 

¿Quién eras tú deshecha entre sábanas

con tus senos erectos hacia Orión

tu vulva volcánica en erupción de mi boca

en una nota de despedida al despertar del vértigo?

 

Quién eras tú, retóricamente me pregunto.

¿Tal vez un espejismo escurridizo en un verso?

¿Tal vez la metamorfosis de una aparición?

¿Tal vez algún fetichista sueño de Dios?

 

 

El desvelo fugaz de la estrella

 

Llovió la noche luciérnagas infragantis en tanga

cayeron astros armados de fusil ocultos en Orión

un coro de lobos depilados cantaba a Sabina

la madrugada se diluía en el guiño del Cíclope.

 

Pintó el cielo su manto de pecas pecaminosas

el arañazo hidráulico del avión rayaba el celeste canvas

una procesión de santos en espirales en accidente en la avenida

un te quiero se musitaba entre dedos en la falda de Yemanyá.

 

Ardió la boca desdibujada en la silueta del dedo

amaneció apócrifa risa en la pegatina del farol fundido

se había gestado el homicidio de un descarado septiembre

el despertar se soñaba a sí mismo entre musas si blusas.

 

 

Esta noche soñé que el color había escapado del sueño

que corría robado de la paleta colorida de mi tierra

en un ave metálica vestida de tisne desvelado

al reflejo de una Luna disfrazada de luto.

 

Soñé otro espacio en otra ciudad con un corazón negro

entre telaraña de cables de edificios que punzaban el cielo

el aire se metía arrebatado de polvos decolorados

en un apagón que me llevaba preso en la memoria.

 

Soñé bocas que me hablaban sin palabras y gestos mudos

un mar de ojos en la costa de sus ojeras todo a oscuras

en un revuelo de pulsaciones miopes y multiplicadas

en el entierro de un ayer detenido en algún tiempo.

 

Soñé árboles en un continente de siluetas despavoridas

faroles, calles, alcantarillas, mares de rostros arrebatados de negrura

un reflejo monocromo de mi rostro sobre un charco huérfano

un latido en el hueco del pecho en donde falleció un latido.

 

Soñé la muerte gris en un ataúd de ángeles decapitados

una colérica mirada en huracanada fuga a la velocidad del trueno

un dolor que ya no arde tallado con tinta en los huesos

y soñé que me había llevado en la maleta todas las lágrimas negras de mi isla.

 

 

No es la noche y el desquicio de la gota de lluvia

cuando caen las palabras pesadas como silencio

en la dicotomía de un florecido olvido estrellado.

 

No es la pérdida de memoria sobre el alfiler abandonado

bajo entretejida telaraña de un pajar húmedo de rabias

en la fugaz silueta de la centella con forma de minotauro.

 

No es la ortografía de unos labios apalabrando un cuello

en un juego de sinónimos arrebatados de clásicos cuentos

a la fuga de memorias náufragas en perfumes madreselva.

 

No es ni siquiera un recuerdo en la barca a la velocidad de la luz

en un rechinar de huesos apócrifos en el mártir de un beso lanzado

donde se grafietea con libstic la gota de semen de un polizonte poeta.

 

 

Preguntas indirectas

 

Cómo se enciende un silencio

entre gotas temblorosas de moléculas

en la palpitación de un teclado acorazonado

solo vestido de ingenuo rayo de Lunas polizonte.

 

Qué lenguaje apalabra el color del suspiro

el clandestino aliento aruñado de rocío

en la mirada anónima en el ombligo de flor

en donde pernocta intranquila la desapalabrada pregunta.

 

Cuánto es el tiempo que contabiliza un no más

las cuentas del ábaco en coquetería se enumeran

el ardor del lápiz sobre el papel grita en grafito

al vestir de palabras el último latido del reloj.

 

Cuán infinito puede arder un verbo palpado

en la gramática recitada a un oído de sombras

al rayar la conjugación de algunos tiempos trapecistas

en el manto de un decir hambriento de voces.

 

Cuándo un cuando se vuelve libertad y cárcel en sincronía

al juego de deseos y fuegos al baño de dedos en fuga

en la tribulación que pendula entre espectros de húmedas pinceladas

y la retórica se petrifica a nombre de un carnal conjuro.

 

A dónde se han llevado el hueco de la nostalgia

al horizonte se maquilla de rojo entre faroles intermitentes

y adoquines de poemas hacer guardia de honor desarmada

bajo la llamada sin tono en el ala de la luciérnaga.

 

Quién define el final sin final del final firme

hace de las preguntas cometas con hilos de rizos libres

y de un basta un cuerpo de acuarela en canvas de sábana

en la última pulsación de un verso arrebatado de dudas.

 

 

“Cruzaste el tiempo

Cabalgas mi memoria

Luego la tempestad, la lluvia… y una luna que se dobla

En sueños me llevas siempre al mismo lugar

Donde no puedo parar de cantarle a mis días

Un bolero que te salve la vida

Un bolero que me cierre la herida”

Desmer Bueno

 

Tengo boleros desvelados en mis gargantas

notas musicales que no me atrevo a transgredir

veladas entre sombras amanecidas de copas

intentos de suicidados versos con un nombre anudado.

 

Tengo momentos deambulantes en mi memoria

rincones de islas musicalizadas en geográficas cuerdas vocales

sonrisas y lágrimas enjugadas en inocentes cantos

algunas promesas desdibujadas en apócrifas propuestas.

 

Tengo discografías de canciones dedicadas a tu nombre

una antología de versos que parece apalabrar tus presencias

noches infinitas tachadas en mis descalzos párpados

algunas cosas no dichas en la ronquera de mis dedos.

 

Tengo un tumulto para que te salve y me salve de nosotros mismos

un cuarto de espejos desmembrados en mis rayados huesos

tantas melodías en fugadas escapadas de bohemias con poemas

algunos silencios que aún no caben en ese bolero salvado de vida.

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Angel L. Matos González nació en Aibonito, Puerto Rico (1975). Es poeta y fotógrafo. Ha ganado gran cantidad de certámenes literarios como el de la Universidad Politécnica de Puerto Rico (San Juan, Puerto Rico), la Universidad de Puerto Rico en Cayey (Cayey, Puerto Rico), Poesía Zurde (Mayagüez, Puerto Rico). Organiza noches de poesía mensualmente en diferentes rincones de Puerto Rico. Además, ha organizado y participado en noches de poesía en Santo Domingo, República Dominicana y varias ciudades de Estados Unidos.

Trabaja sus blogs El Mundo de las Palabras y Eros Parlante. Ha publicado el libro de poesía Del silencio, la ciudad y otras pasiones in(é)ditas(Terranova Editores, 2004) el cual ganó premio del PEN Club de Puerto Rico; en 2011 Barcos de papel (Isla Negra Editores); Ese verso inconforme (La Chifurnia Editores 2016); en 2022 saldrá publicado Endoscopía de la fuga (Isla Negra Editores). Ha publicado en diferentes revistas literarias y periódicos de Puerto Rico y en el exterior. Es el fundador, reseñista y fotógrafo de la página y proyecto para la música MusicartePR.

Fuente

Poemas de Angel L. Matos González

 

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