¿Autonomía profesional o incapacidad de la SEP?
Por José de Jesús Velásquez Navarro
Si se revisa la malla curricular de los procesos de formación docente que realizan las escuelas normales (públicas y privadas), la Universidad Pedagógica Nacional, los Centros de Actualización del Magisterio o las instancias de formación continua, no se encontrará casi nada relacionado con diseño curricular; es decir, el ejercicio de la docencia en educación básica está planeado —en el mejor de los casos— para que los maestros, expertos en pedagogía y didáctica, diseñen situaciones de aprendizaje contextualizadas, tomando como referencia un plan y programas de estudio elaborados por la autoridad educativa en el ejercicio de una facultad constitucional (Artículo Tercero).
En educación media superior, pero sobre todo en el nivel superior, la historia es distinta, desde hace mucho se ejerce la libertad de cátedra en las aulas y la autonomía profesional en el diseño de programas educativos. En suma, podríamos decir que en educación básica se tiene mucha preparación didáctica y poca experiencia en diseño curricular y en educación superior la ecuación, en algunos casos, se invierte.
En el currículo deliberativo que hoy propone la Secretaría de Educación Pública (SEP) para la educación básica se da a los docentes un programa sintético en construcción, inacabado, perfectible, para que a su vez los colectivos docentes hagan un programa analítico en cuatro planos: el de la lectura de la realidad (diagnóstico); el plano de contextualización (propósitos del ciclo escolar); el plano del codiseño (agregar contenidos que no aparecen en el programa sintético pero que los consideren necesarios para su contexto), y el plano didáctico (hacer una planeación didáctica congruente con los elementos de su entorno).
Como se puede ver, hasta la simple lectura de lo que se pidió hacer para el taller intensivo de una semana fue difícil de comprender, ya no se diga de elaborar. La complejidad estriba en la falta de información precisa y clara por parte de la SEP de lo que se está solicitando a los colectivos de las escuelas, pero más grave y preocupante aún es la falta de formación.
Vayamos a la necesaria aclaración conceptual para dimensionar el problema y saber de lo que hablamos. En los documentos oficiales (Taller intensivo de formación continua para docentes) se están manejando las siguientes definiciones, algunas de las cuales voy a parafrasear tratando de no cambiar la esencia:
- Programa sintético: se pretende que sea de alcance nacional por lo que aporta los elementos comunes que deben tomar como referencia las escuelas de todo el país. Son programas deliberativos, como tal, son dinámicos, estarán en constante revisión y cambio.
- Programa analítico: es una estrategia para la contextualización que los maestros, como colectivo escolar llevan a cabo a partir de los programas sintéticos, de acuerdo con las condiciones de su situación comunitaria, escolar y, en particular, de su grupo escolar.
- Codiseño: esta parte del programa analítico refiere a la posible incorporación de contenidos que no estén contemplados en los programas sintéticos y que, dados los resultados de la lectura de la realidad (plano uno), sea necesario su abordaje. Se refieren a necesidades específicas de las escuelas
No está mal este planteamiento, parece profundo y necesario; sin embargo, la manera en que se sugiere que se va a llevar a cabo es lo que está ocasionando incertidumbre, desencanto y enojo en la base magisterial —dicho sea de paso—, el eslabón más importante de la cadena educativa.
¿Dónde están las fallas? Escuchando a diversos colectivos docentes a través de charlas directas y personales y en sondeos en redes sociales donde participan docentes, me pude percatar de la recurrencia de opiniones en algunos aspectos, que bien pueden tomarse como omisiones, errores o áreas de mejora de las autoridades educativas; tómese lo que mejor convenga a cada lector. Las enlisto.
Primero, el marco curricular para la educación preescolar, primaria y secundaria ha tenido por lo menos cinco modificaciones estructurales antes de publicarse como la primera edición del plan de estudios 2022. Al respecto, no hubo ninguna estrategia de comunicación para que la sociedad se fuera enterando de dichos cambios y de los motivos que los originaron. No es un asunto menor cuando hablamos de que uno de los elementos curriculares que fueron replanteados son los rasgos del perfil de egreso, sin duda el elemento de mayor trascendencia cuando se habla de diseño curricular, en un primer momento publicaron siete, luego ocho y en la última versión fueron diez. Pero también fue relevada la comunidad como centro del proceso educativo para volver a poner a niñas, niños y adolescentes, y en los programas preliminares desaparecieron como tal los diálogos y progresiones de aprendizaje para sustituirlos por procesos de desarrollo del aprendizaje. Reitero, no es un asunto que deba minimizarse.
Segundo, los programas sintéticos, aún en versión preliminar, se difundieron literalmente en la víspera del taller intensivo, mismo que fue convocado de manera tardía y casi en pleno festejo de año nuevo, no hubo siquiera una reunión informativa o una capacitación para los directivos y supervisores sobre lo que se debía realizar, cada quien buscó sacar adelante el compromiso con la información que pudieron tener sobre una escueta guía, viendo videos o transmisiones en vivo de quienes buscan seguidores o monetización en redes sociales, porque la vía oficial los mandó sin armas a la guerra.
Tercero, entre el personal docente hay un ánimo favorable hacia el ejercicio de la autonomía profesional per se, pero hay un evidente y profundo malestar acerca del “cómo” ejercerla. Es decir, lo que señalan de manera reiterada es la falta de información precisa, oportuna y directa sobre el proceso que deben seguir, sus fundamentos y la retroalimentación acerca de los avances que se van teniendo. Este asunto es mucho más profundo de lo que parece porque deben quedar claras dos cosas: uno, que para hacer el programa analítico se requiere entender la esencia, enfoque y fundamento epistemológico del plan de estudios 2022 y dos, que son indispensables conocimientos de nivel por lo menos intermedio de diseño curricular, porque la tarea que se está solicitando es el diseño de un programa analítico y eso entra en el ámbito del diseño curricular, no de la planeación didáctica, como erróneamente lo están entendiendo algunas figuras educativas.
El argumento que están manejando las autoridades de la SEP es que quienes pueden hacer el trabajo de adaptación de los programas sintéticos al plano analítico son las y los docentes, debido a que son quienes conocen los estilos y ritmos de aprendizaje de sus alumnos, los procesos de desarrollo, las costumbres y creencias de las familias, las actividades económicas y demás características del contexto. Sin embargo, la encomienda va mucho más allá de una planeación didáctica por proyectos; implica, insisto, tener dominio de diseño curricular para entender el papel que juega cada uno de los elementos del plan de estudios y de los programas sintéticos, el fundamento que subyace en el enfoque epistemológico y pedagógico, de lo contrario, la intervención que hagan las maestras y los maestros carecería de solidez y se corre el riesgo de convertirse en una ejecución áulica instrumentalista, a lo más metodológica, con el consabido destino que tienen siempre las prácticas ciegas, ajenas al sustento que da respaldo y fuerza a las acciones.
Cierro con dos reflexiones dirigidas a mis compañeros docentes y a la SEP. Colegas: la autonomía profesional que se ofrece es una gran oportunidad para asumir su responsabilidad como los expertos y las expertas en educación que son y para lo que han sido formadas, está muy bien que no haya más “infantilismo pedagógico”; las y los docentes no son aplicadores de programas, son diseñadores de situaciones de aprendizaje que promuevan la colaboración, la autorregulación y el logro de aprendizajes significativos con alto grado de transferibilidad a la práctica.
Autoridades de la Secretaría de Educación Pública: no escondan su evidente incapacidad y falta de eficiencia y de coordinación entre sus distintas áreas, argumentando que los docentes tienen capacidad y deben ejercer su autonomía profesional a través del ensayo y error. Su papel como instancia gubernamental rectora y las facultades constitucionales que se les confieren, ameritan que estén a la altura de la altísima responsabilidad que se les ha confiado y que se ha puesto en tela de duda por la ambigüedad de sus planteamientos. Tienen un compromiso con el futuro del país, su labor es fundamental para México.
*Director académico de Centro de investigación Educativa y Capacitación Institucional S. C.
Ilustración: Estelí Meza
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