El fenómeno de las granjas escuela en España: 40 años educando en ecologismo
España/07 de febrero 2023/Fuente: https://www.publico.es/
Seguro que fuiste a una granja escuela cuando eras un niño como actividad complementaria en el colegio. Y es más que probable que tus hijos ya hayan acudido en más de una ocasión a uno de estos centros de educación ambiental y ocio vinculado a la naturaleza. ¿Y a que vuelven con una sonrisa y cargados de espíritu positivo? Quizás hasta te coman más brócoli y zanahoria…
Ya hace más de 40 años que surgieron las primeras granjas escuela en España, centros educativos que han tenido una decisiva repercusión en la educación ambiental y el ecologismo de varias generaciones de nuestro país.
¿Cómo surgen las granjas escuela en España?

Fue en 1983 cuando se celebraron en la localidad catalana de Sitges las primeras jornadas de Educación Ambiental promovidas por la Dirección General de Medio Ambiente del entonces Ministerio de Obras Públicas. En aquel momento, contar con un ministerio orientado exclusivamente al medio ambiente era demasiado revolucionario. Pero aquellas jornadas eran la constatación de que algo estaba cambiando en la relación de las instituciones con la puesta en valor de la educación ambiental.
Y es que cuatro años antes de aquellas pioneras jornadas ya se había creado la primera granja escuela de España. Fue en Guadalajara en 1979 cuando se funda Huerta La Limpia, un centro de educación ambiental donde “la libertad es la regla de oro”, como titulaba un artículo del diario El País publicada en julio de ese mismo año.
Un grupo de profesionales no vinculados directamente a la educación ambiental —que, por entonces, ni siquiera se consideraba como parte esencial de las actividades educativas de los escolares— constituyeron una cooperativa e invirtieron todos sus ahorros en el alquiler y el acondicionamiento de una finca que llevaba abandonada ocho años.
Contaba Javier López, que “actuaba como director” en los primeros meses de vida de Huerta La Limpia, que todos los meses debían “arrimar algún dinero más”, como cuando tuvieron que empezar a hacer frente al pago de un tractor.
Porque la puesta en marcha de una granja escuela requiere de una cuantiosa inversión. Aunque buena parte de ellas parten de la rehabilitación de una finca en desuso, el coste de la misma, así como del mantenimiento de las huertas, los cultivos y el cuidado de los animales supone realizar un cuidadoso plan de financiación… o prepararse para perder dinero durante un tiempo.

Porque buena parte de los gestores de las granjas escuela coinciden en que la rentabilidad de un proyecto educativo como este se consigue a largo plazo. Y no todos los emprendedores tienen la suficiente paciencia —ni posibilidades económicas— para esperar que las cuentas empiezan a estar del mismo color del campo en primavera.
Pero cuando un proyecto de este tipo comienza a mostrar su relevancia social y educativa, es suficiente estímulo para continuar bregando. Es lo que le sucedió a Huerta La Limpia con el colegio Siglo XXI del madrileño barrio de Moratalaz que consiguió que el Instituto Nacional de la Juventud financiara parte del coste de la estancia de los alumnos en la granja escuela: “550 pesetas por día y alumno”, una cifra elevada para la época.
Ya en aquel tiempo, el principal temor de los gestores de la granja escuela guadalajareña era que su proyecto se terminase convirtiendo en un lujo para colegios de élite sin ayudas institucionales, pero decidieron no “caer en la tentación” porque su deseo era que quienes más se beneficiasen de su idea fueran estudiantes de las clases populares.
Granjas escuela en España: ecologismo y educación ambiental

Y así fue como se consolidó Huerta La Limpia y otras granjas escuela comenzaron a proliferar en España a principios de los 80 al calor de los movimientos de renovación pedagógica que promovían abrir las escuelas con objetivos fuera del aula, especialmente vinculados al conocimiento de la naturaleza.
Y es aquí donde el ecologismo como movimiento sociopolítico que propugna la defensa de la naturaleza y la armonía entre esta y el progreso encuentra su lugar predilecto para formar a los más pequeños.
No hay que olvidar el contexto en el que surgen estas propuestas hace ya 40 años: un creciente éxodo rural, una crisis económica vinculada a la agricultura y a la reconversión industrial y un considerable crecimiento poblacional de las ciudades.
Las nuevas generaciones dan la espalda al campo, a la naturaleza. Para algunos niños, el “medio ambiente” son los findes en el pueblo, para otros, ni siquiera eso: no salen nunca de la ciudad y pierden contacto con el entorno rural que tan bien conocieron buena parte de sus padres y abuelos.
Las granjas escuela surgen entonces como una alternativa para ofrecer a esas nuevas generaciones un acercamiento al mundo rural, al cultivo de la huerta, al cuidado de los animales de la granja: para entender que la leche que beben por las mañanas no viene del Tetrabrik, sino de una vaca, que los Choco Krispies no existirían sin arrozales y que, en definitiva, el cuidado del medio ambiente es imprescindible para la supervivencia y el bienestar.

Cuando en 1987 se inaugura en la hermosa localidad segoviana de Valsaín, a un paso de la sierra de Guadarrama, el Centro Nacional de Educación Ambiental, estos proyectos formativos vinculados a la educación ambiental, que en un principio surgieron sin apoyo institucional, van sosteniéndose con una red cada vez más densa de inversión pública y concienciación ciudadana.
Pero no sería hasta 1999 cuando se crea el Ministerio de Medio Ambiente que promueve el Libro Blanco de la Educación Ambiental en España, un referente estratégico para dinamizar una acción educativa que contaba con miles de educadores ambientales que desarrollaban su labor en ámbitos y contextos muy distintos.
Al calor de esta profesionalización y reconocimiento de la labor de los educadores surgen estudios que analizan el sector desde una óptica académica resaltando la importancia de los equipamientos para la educación ambiental como “un recurso necesario, pertinente y eficaz”. Las granjas escuela dejan de ser proyectos revolucionarios de cooperativistas soñadores para integrarse plenamente en los programas educativos.
Y es que ya lo decía la ONU en su definición de 1980: “uno de los principales objetivos de la educación ambiental consiste en que el ser humano comprenda la naturaleza compleja del medio ambiente resultante de la interacción de sus aspectos biológicos, físicos, sociales y culturales”. A tan loable labor se dedican las granjas escuela en España desde hace más de 40 años.
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