Mexicanas que enchufan las residencias al Sol

Publicado: 18 marzo 2023 a las 8:00 pm

Categorías: Artículos

Por Nicté Y. Luna Medina

Después de un año de preparación, Verónica Frías estaba lista para certificarse como instaladora en sistemas fotovoltaicos en residencia, comercio e industria. Al llegar al sitio de la prueba, notó que solamente había una mujer más participando en aquella ocasión. La presencia de mujeres como instaladoras de energía solar fotovoltaica sigue siendo menor a la de los varones, pero cada vez surgen iniciativas que las invitan a capacitarse en el área para ayudar a reducir esta brecha de género.

Ana García es una de las primeras mujeres en certificarse como instaladora de sistemas fotovoltaicos y asesora técnica-comercial en proyectos de generación distribuida fotovoltaica. “Cuando salió la convocatoria para capacitar a mujeres en el tema fotovoltaico, me inscribí porque en ese momento estaba por terminar mi doctorado, que se enfocaba en la investigación básica sobre celdas solares; pero me interesaba fortalecer mis capacidades técnicas y conocer más sobre la instalación fotovoltaica”, comenta Ana. Al término de las 100 horas de capacitación, fue la primera de su grupo en certificarse en ambos estándares de competencia.

Verónica Frías también está acreditada como instaladora y asesora técnica-comercial, además de ser supervisora certificada de sistemas fotovoltaicos en residencia, comercio e industria. “Desde niña me gustó la energía solar, en mi caso no tuve dificultades para certificarme, fue un proceso muy importante para mí y muy apasionante, ya que el tema de las energías renovables me encanta. En cuanto me enteré de que existía el proceso de certificación, me preparé durante casi un año antes de realizar mi evaluación, fue una experiencia muy padre ya que pude aplicar los conocimientos y también conocí a ingenieros con más experiencia, con los cuales hice muy buena relación”, comparte Verónica.

Sol, quien prefiere mantener el anonimato, se está preparando para capacitarse primero como instaladora y, posteriormente, como supervisora y asesora técnica-comercial. “Sé que en el mundo laboral, cuando presento mi currículum, no basta con decir: tomé clases de energía solar fotovoltaica y me enseñaron a instalar, no hay nada como ir a mostrar tu certificado, de ahí mi interés en certificarme en los estándares de competencia”, afirma.

Sol refiere que deseaba participar en aquel curso que se abrió exclusivamente para mujeres, hace ya ocho años. Sin embargo, en aquel momento acababa de tener a su primer hijo, por lo que se había regresado a Chiapas para estar con su familia, con la convicción de volver a Morelos una vez pasado el periodo de cuarentena y poder incorporarse al curso.

“Cuando sucedió el proceso de reclutamiento yo estaba en Chiapas, mantuve el contacto por teléfono o correo electrónico, era una aspirante que encajaba perfecto en el perfil porque ya tenía la maestría en sistemas fotovoltaicos, cuando llegó la hora de la entrevista les propuse que fuera por videollamada (aunque hace ocho años no era común), pues no podría viajar por un día a Cuernavaca; pero obtuve un no como respuesta. Esto me dejó muy frustrada, pues estaba pasando una etapa de cuarentena donde todo es muy difícil con un primer hijo, pero sí sentía una gran motivación para participar en aquel curso”, menciona Sol.

En México existen tres competencias estándar en materia fotovoltaica: la EC 0586.01: Instalación de sistemas fotovoltaicos en residencia, comercio e industria; la EC 1181: Supervisión de sistemas fotovoltaicos en residencia, comercio e industria, y la EC 1180: Asesoría técnica-comercial en proyectos de generación distribuida fotovoltaica. Estos estándares evalúan y certifican las competencias de las personas en cada uno de los temas, para ello no es requisito contar con un título profesional.

Ilustración: Patricio Betteo
Ilustración: Patricio Betteo

Hoy en día…

Ana es docente del Centro Regional de Educación Superior de la Costa Chica, de la Universidad Autónoma de Guerrero, donde imparte clases en la licenciatura de Energías Limpias. Su contratación en esta Universidad es el resultado de las políticas institucionales que promueven la contratación de mujeres para aumentar su participación, además, por supuesto, de su trayectoria académica.

Verónica es instaladora de sistemas fotovoltaicos a nivel residencial, instalaciones eléctricas profesionales, así como de calentadores solares y mantenimiento. Además imparte cursos de capacitación en los estándares de competencia.

Mientras que Sol está concluyendo sus estudios de doctorado en ingeniería, en el área de almacenamiento de energía, y es docente de licenciatura.

Tanto Ana como Verónica perciben un ambiente laboral seguro, afirman que sus colegas varones les respetan y reconocen las capacidades técnicas que han adquirido a lo largo de su vida profesional. Sin embargo, Sol advierte que, si bien la institución en donde estudia la considera segura por el proceso de sensibilización en materia de género que ha tenido, en otros espacios sí se llega a violentar a las mujeres. “Tan sólo te sales de esa burbuja y definitivamente no es seguro. Sigues escuchando comentarios machistas y la risa sarcástica que refieren al ‘¡cómo una mujer aquí!’, se ve sobre todo cuando tienes que cargar un módulo fotovoltaico, por ejemplo”, comenta.

Dicho sea de paso, el peso promedio de un módulo fotovoltaico es de 20 kilos, y la norma NOM-006-STPS – 2014 Manejo y almacenamiento de materiales – Condiciones de seguridad y salud en el trabajo establece que la carga manual máxima para las mujeres es de 10 kilos, mientras que para los hombres es de 25. Lo que significa que, por normativa, un módulo debe ser cargado por al menos dos mujeres o un hombre.

Ana y Verónica no perciben barreras para desenvolverse en el sector fotovoltaico, pues han colaborado con colegas que les impulsan a crecer profesionalmente. Sol comparte otra percepción: considera que los estereotipos de género ponen en desventaja a las mujeres cuando se trata de habilidades técnicas, pues las aprenden a edades más tardías, en comparación con los varones.

“En secundaria yo quería tomar el taller de electricidad, en aquel momento, me dijeron que no podía por ser mujer; me frustré, pero lo acepté. Ahora pienso que perdí años de preparación, aunque tiempo después busqué cursos de capacitación extraescolares”, comenta Sol. Además señala que al momento de abrir vacantes, las empresas siguen demandando a varones y, si una mujer llega a presentarse para el puesto, tiene esa desventaja. Por otro lado, advierte que el ambiente laboral es mejor cuando las mujeres están en puestos de supervisión y en la asesoría técnica comercial.

Una visión global

La transición energética hacia las energías renovables ha generado nuevos empleos cada año. En 2021 había 12.7 millones de personas empleadas en el área, de acuerdo con la Agencia Internacional en Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés). El sector de energía solar fotovoltaica, aquel que genera energía eléctrica con el Sol, es el mayor empleador, pues representa unos 4.3 millones de puestos de trabajo.

IRENA ha realizado una serie de informes que analizan esta empleabilidad con perspectiva de género. En 2019, publicó el primero de estos documentos, el estudio se basó en una encuesta a personas empleadas, empresas e instituciones a nivel mundial; se encontró que el 32% de la fuerza laboral del sector energético renovable son mujeres. Más adelante, se aplicó otra encuesta enfocada a la energía eólica, en este caso se reportó que las mujeres representan el 21% de las personas empleadas. En 2022, publicó el reporte Solar fotovoltaica: una perspectiva de género, en el que presenta los resultados de un estudio realizado para evaluar el papel de las mujeres en la industria solar fotovoltaica.

En el estudio actual se reporta que la proporción de mujeres que trabajan de tiempo completo en la industria fotovoltaica es del 40%, la proporción más alta de cualquier subsector de energía renovable analizado por IRENA hasta la fecha.

La industria solar fotovoltaica oferta empleos principalmente a personas con competencias certificadas, seguido de profesionales en el área de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (CTIM), así como de profesionales en áreas no relacionadas con la CTIM, y puestos administrativos.

La mayoría de las mujeres en fotovoltaica ocupan puestos administrativos (58%), seguidas de puestos técnicos no relacionados con las áreas CTIM (38%), un 35% de ellas ocupan otros puestos no técnicos, como son las áreas de marketing, ventas y distribución, mientras que el 32% están en actividades CTIM, según el reporte de IRENA.

La desigualdad de género es más evidente en los niveles de toma de decisiones. El 30% de las mujeres ocupan puestos directivos del sector, pero esto se reduce al 13% para la alta dirección.

Los estereotipos de género siguen permeando las prácticas de empleabilidad, aun en el sector energético fotovoltaico. Si bien las mujeres hemos entrado a los territorios históricamente masculinizados, ha sido un proceso lento y sin las medidas que garanticen un espacio laboral libre de violencia por razones de género. Toca a las instituciones generar políticas internas que garanticen a las mujeres ejercer su derecho al trabajo en condiciones de igualdad.

Fuente:

Mexicanas que enchufan las residencias al Sol

Descubre más desde Cognición

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo