Las armas en el hogar exponen a las mujeres a un mayor riesgo de muerte
El hogar no es un lugar seguro para las mujeres, han dicho en reiteradas ocasiones organismos defensores de los Derechos Humanos como ONU Mujeres, sin embargo, el riesgo de ser víctimas de feminicidios aumenta para ellas si hay un arma de fuego dentro de la casa.
Según datos recogidos por organizaciones como el Centro Regional para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Unlirec), el Center for American Progress, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y otras, la presencia de un arma de fuego en el hogar aumenta el riesgo de muerte para las mujeres entre un 200 y 500 %, lo que pondría aún más en peligro a las víctimas de violencia machista.
Una situación que organizaciones feministas, de Derechos Humanos y expertas en seguridad han vuelto a poner sobre la mesa tras la decisión de Ecuador de autorizar la tenencia y porte de armas de uso civil regulada para defensa personal como medida para combatir la inseguridad.
“Desde la Coalición Nacional de Mujeres del Ecuador y otras organizaciones no hemos sido tibias, hemos exigido que se derogue ese decreto porque es un peligro inminente. Hay que tomar en cuenta que los feminicidios subieron mucho en 2022, el año más sangriento para las mujeres. Y a partir de 2021 empezó a crecer el uso de arma de fuego (para estos crímenes) y en este momento es el principal instrumento utilizado por los feminicidas”, afirma a Efeminista la abogada María José Machado, portavoz de la Coalición.
Datos de la Fundación Aldea, organismo de la sociedad civil que recopila estadísticas sobre feminicidios en Ecuador, muestran que el 32 % de los 332 asesinatos de mujeres que hubo en 2022 se perpetraron con armas de fuego.
Con Machado coincide la politóloga Carolina Andrade, ex subsecretaria general de Inteligencia de Ecuador, quien afirma que en países como México, donde un promedio de 10 mujeres mueren al día a causa de la violencia machista, estudios de Amassuru, una red de mujeres expertas en seguridad y defensa en América Latina, han determinado un incremento exponencial de feminicidios con armas de fuego en los hogares a partir de “flexibilizar o generar mayores accesos a las armas de fuego a la población civil”.
Mayor riesgo de muerte por arma de fuego
Sin embargo, las armas no solo se usan para asesinar a las mujeres. En un reciente informe, Unlirec llama a “no perder de vista que las armas de fuego también están presentes en otras manifestaciones de violencia que aumentan los niveles de victimización de las mujeres como la violencia sexual o la psicológica, o simplemente todo tipo de violencia que se da en el hogar”.
“Sabemos que la relación de género es una relación de poder, que muchas mujeres viven en contextos de violencia con sus agresores y que el terror se apodera de todas cuando saben que sus agresores o personas cercanas a sus agresores tienen un arma. Se sabe que las mujeres están aterrorizadas con los hombres armados y que eso hace que no denuncien la violencia que viven, que no tomen la decisión de de separarse o no puedan detener avances en cuanto a violencia sexual, física, psicológica, patrimonial porque están con una persona armada y porque temen por su vida”, agrega Machado.
El peligro también aumenta, dice la portavoz de la Coalición de Mujeres, cuando las víctimas toman la decisión de separarse. “Las explosiones de violencia se activan en estos momentos donde las mujeres tratan de revestir este orden patriarcal de sumisión”.
El Center for American Progress, una organización estadounidense de investigación de políticas públicas, ha documentado esta situación en Estados Unidos. Asegura que “las armas de fuego se utilizan en la violencia de pareja íntima más que cualquier otra arma”, y que “durante mucho tiempo” se han utilizado como “una herramienta de poder y control para infundir miedo e infligir abusos” a las mujeres.
“Las mujeres de color, las personas de la comunidad LGBTQ y las mujeres con discapacidad se ven afectadas de manera desproporcionada”, afirma. Sin embargo, son ellas las que más barreras enfrentan para acceder a servicios para víctimas de violencia.
Según datos del FBI recopilados por el Centro, entre 2010 y 2019, más del 50 % de los homicidios de mujeres perpetrados por una pareja íntima involucraron el uso de un arma. Mientras que en 2015, el 92 % de todas las muertes por armas de fuego entre mujeres en países de altos ingresos ocurrieron en los Estados Unidos.
“Las mujeres negras tienen más probabilidades de morir por armas de fuego que cualquier otro grupo de mujeres en los Estados Unidos”, señala el organismo.
El acceso de mujeres a las armas de fuego
Voces a favor de la flexibilización del acceso al uso de armas en Ecuador aseguran que la medida podría contribuir a la autoprotección de las mujeres. Sin embargo, Carla Álvarez, doctora en Estudios Políticos, especialista en políticas de control de armas de fuego y parte de la red Amassuru, dice a Efeminista que esos argumentos “no tienen fundamentos”.
“Estos argumentos tienen los pies puestos sobre la idealización de que las armas pueden proveernos autoprotección. Los estudios demuestran que un altísimo porcentaje, un 80 – 90% de personas que trataron de defenderse terminaron o gravemente heridas o muertas. No es autoprotección sino casi que autovulneración”, afirma.
Además, menciona que “en la casa las mujeres tienden a ser las que quieren eliminar el arma de fuego por los peligros que conlleva. Se genera la tentación de querer resolver cualquier conflicto cotidiano mediante el uso de un arma”.
“Armar a las mujeres no las hará más seguras. La idea de que las mujeres deben portar armas para detener un ataque crea la narrativa dañina de que las mujeres son responsables de prevenirlos en lugar de que los abusadores rindan cuentas”, afirma el Center for American Progress.
Carolina Andrade, también de la red Amassuru, indica que incluso si la mujer es la dueña del arma existe mayor riesgo de que sea ella la que salga lastimada. “Asimismo, los requisitos que se plantean para acceder a un arma son siempre mucho más discriminatorios para las mujeres porque los mecanismos formales privilegian más el perfil de hombres, perfiles masculinos que podrían acceder a esto porque quienes validan eso son instituciones muy masculinizadas como las Fuerzas Armadas”, menciona.
Agrega que las mujeres tienen “muchas más carencias a nivel económico” y más barreras para acceder a un trabajo digno, por lo que resulta “mucho más difícil que puedan acceder a este tipo de medidas que son tomadas desde el poder político para atender a un sector privilegiado y específico de la sociedad”.
La violencia contra las mujeres, también en las calles
María José Machado alerta que la violencia hacia las mujeres ya no solo se manifiesta dentro de los hogares sino también, y cada vez más, en las calles. Y las armas de fuego en esos crímenes juegan un importante papel.
“Ya no hablamos de los feminicidios solamente como fenómenos vinculados con la vida afectiva de las mujeres con sus relaciones interpersonales, sino también cada vez más aumenta esta violencia en el espacio público”, afirma.
El aumento del crimen organizado, como está sucediendo en varios países de la región, incrementa también las probabilidades de que las mujeres se enfrenten a violencia feminicida, pues son asesinadas como venganza o para mandar mensajes a otros hombres.
Las tres expertas aseguran que la medida debe eliminarse, pues no solucionará el problema de inseguridad sino que lo exacerbará.
“En Ecuador cuando había porte de armas, antes del 2007, ya teníamos un problema de violencia enorme. Tienes problemas de corrupción en la asignación de las licencias, tienes problemas de comunicación entre las instituciones que hacen control de armas, tienes un montón de problemas que ya se viralizaron en el pasado y que ahora no están siendo solucionados para abrir el mercado nuevamente”, dice Carla Álvarez.
Y aunque entre los requisitos para obtener un permiso de porte y tenencia de armas se incluya la necesidad de no registrar antecedentes de violencia contra la mujer o la familia, estos procedimientos, afirman, pueden vulnerarse fácilmente.
“¿Cuántos agresores están en las calles y realmente tienen un certificado que indique que son agresores? Sabemos cómo es el círculo de la violencia estructural que vivimos las mujeres, entonces no es ningún requisito disuasivo”, dice Carolina Andrade.
“Mucho menos del 10% de mujeres que viven violencia la han denunciado”, enfatiza María José Machado, quien, citando a una compañera, dice que esta “es una medida diseñada en contra de las mujeres”.
Fuente: https://efeminista.com/armas-hogar-mujeres-riesgo-muerte/
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