La educación y el respeto que se van
POR JOSÉ MANUEL GARCÍA BAUTISTA
En el autobús, esta semana, vi dos acciones que me llamaron la atención: un grupo de chicos de 16-17 años que se mofaban de otro que soportaba estoicamente, sin decir palabra, todas las burlas que le proferían. Una mujer intervino y ellos, de forma intimidatoria, comenzaron a increparla.
Un poco más adelante había un señor mayor, encorvado, necesitaba de un asiento, pero nadie se levantó para dárselo. Lo llamé y le cedí el que yo tenía pues, seguro, lo necesitaba más que yo. La señora que estaba a mi lado me dijo: “eso ya no se ve hijo” pero, por mi parte, era justo hacerlo.
Todo ello me lleva a reflexionar y opinar sobre algo que se está perdiendo en nuestros días… La educación es uno de los pilares básico de toda sociedad. Es el medio por el cual se transmiten conocimientos, habilidades y valores necesarios para el desarrollo de los individuos y de la comunidad en su conjunto. Sin embargo, la educación parece haber perdido su lugar central en la sociedad actual, y con ella, el respeto y los valores que deberían acompañarla.
La falta de valores es una preocupación que se ha extendido en todo el mundo. Cada vez se observa más una actitud de individualismo y egoísmo, en detrimento del bienestar colectivo. Este fenómeno se refleja en diferentes ámbitos de la vida, incluyendo el ámbito educativo.
En la educación, el respeto es una de las bases fundamentales para el aprendizaje. El respeto implica reconocer y valorar la dignidad y los derechos de los demás, aceptar las diferencias y desarrollar habilidades para la convivencia pacífica. Sin embargo, cada vez es más común observar comportamientos agresivos, intolerantes y discriminatorios en las aulas.
La falta de respeto en la educación se manifiesta de diferentes maneras. Por un lado, los conflictos entre estudiantes son cada vez más frecuentes y violentos. Los estudiantes insultan, agreden físicamente o humillan a sus compañeros, generando un clima de hostilidad y desconfianza. Además, muchos estudiantes no respetan a sus profesores, no siguen las normas y no valoran el esfuerzo que éstos realizan para impartir una educación de calidad.
Por otro lado, la falta de valores se manifiesta también en la formación de los estudiantes. En muchos casos, la educación se enfoca únicamente en la adquisición de conocimientos técnicos y científicos, sin prestar atención a la formación de valores éticos y morales. El resultado es una formación incompleta que no prepara a los estudiantes para enfrentar los retos de la vida cotidiana.
Esta falta de valores en la educación es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. En la actualidad, se promueve una cultura de la competencia y el individualismo, en la que se valora más el éxito económico que el bienestar colectivo. En este contexto, los valores de solidaridad, respeto y tolerancia son considerados secundarios.
Para revertir esta situación, es necesario realizar cambios profundos en la educación y en la sociedad en su conjunto. En primer lugar, es fundamental que la educación tenga como objetivo formar individuos integrales, capaces de desarrollar sus habilidades técnicas y científicas, pero también sus valores éticos y morales.
Para lograr esto, es necesario que los docentes se conviertan en modelos a seguir para sus estudiantes. Los profesores deben ser capaces de transmitir no solo conocimientos, sino también valores como el respeto, la tolerancia y la solidaridad, que todo ello se vea continuado en casa por la figura del padre y la madre que impongan ese respeto.
Además, es necesario que los programas educativos incluyan el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, que permitan a los estudiantes aprender a convivir pacíficamente y resolver conflictos de manera efectiva y respetuosa.
En segundo lugar, es necesario que la sociedad en su conjunto promueva y valore los valores éticos y morales. Esto implica reconocer y valorar a aquellos individuos y organizaciones que trabajan por el bienestar colectivo y que promueven valores como el respeto, la tolerancia y la solidaridad.
También es importante fomentar la participación ciudadana y la colaboración, para que los individuos se sientan parte de una comunidad y trabajen juntos por el bien común.
En tercer lugar, es necesario que exista un compromiso real por parte de los gobiernos y las instituciones educativas para mejorar la educación. Esto implica invertir en la formación de los docentes, en la actualización de los programas educativos y en la creación de espacios de diálogo y reflexión sobre la importancia de los valores en la educación.
La educación y los valores éticos y morales son fundamentales para el desarrollo de una sociedad justa y equitativa, no se trata de ser de izquierdas o derechas sino de querer un futuro mejor.
La falta de valores en la educación es un reflejo de los problemas más profundos que atraviesa nuestra sociedad. Para revertir esta situación, es necesario un compromiso real por parte de los gobiernos, las instituciones educativas y la sociedad en su conjunto, para promover y valorar los valores éticos y morales, y para formar individuos integrales, capaces de desarrollar sus habilidades técnicas y científicas, pero también sus valores éticos y morales, para construir una sociedad más justa y equitativa para todos.
Fuente:
https://elcorreoweb.es/opinion/columnas/la-educacion-y-el-respeto-que-se-van-BC8598892
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